Llegué a Morlaix, no exactamente como turista, sino buscando desesperadamente una asistencia técnica para mi GPS que ya me había estado dando problemas días atrás, hasta que finalmente dejó de funcionar. Y la encontré. Fue un especie de milagro dentro de la situación que me preocupaba relativamente. Mientras me lo reparaban, me pateé la ciudad de arriba abajo, ya que no es muy grande. Visité un par de museos y hasta comí en un encantador restaurante.
sábado, 21 de agosto de 2010
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