lunes, 28 de junio de 2010

Inaugurada la temporada del aire acondicionado


Los termómetros no mienten. El calendario lo afirma. Los hombres/mujeres del tiempo lo corroboran. El verano ya está aquí. Pero el "buen tiempo" es un coñazo. En serio.
Se asa uno de calor como un san Bernardo al sol. La piel te se pone más blanda y sudorosa que un flan de huevos. Tienes sed todo el tiempo y bebes más que Bob Esponja. Te cansas con un simple movimiento de brazos (ya no digo lo de ir al gimnasio que es toda una proeza). Las piernas se vuelven torpes. Tienes la sensación de llevar sobre los hombros más de cien kilos de peso en cuanto se nos presenta la tarea de subir diez escaleras seguidas. Duermes mal, muy mal. ¿Y qué decir del sudor? El sudor, es líquido calenturiento que te chorrea por los sobaquillos, te hace charcos indecentes en el vello del bigote, te cae literalmente por las sienes. Y las gafas, si las llevas? Eso sí que es una tortura porque si ya es un coñazo subírtelas cualquier día normal, cuando hace calor parece un autómata al que le han dado cuerda. ¿Y las moscas? Es lo más asqueroso de todos los inconvenientes del periodo estival. ¿Pero dónde coño han estado el resto del año? ¿Y no se podrían quedar allí donde han pasado todo ese tiempo? Me entran impulsos asesinos cuando vea a alguna. Aaarrggghhhh!!!!!
La hierba que tan inocentemente ha decorado los parques, jardines y cunetas de las carreteras se amarillea obscenamente y la tierra se vuelve dura como el cemento. Los que conducimos bronceamos de forma anómala sólo en el brazo izquierdo; ah! y la mejilla izquierda. No puedes darle un abrazo (dos besos, impensable; y ya un magreo tira p'atrás) a alguien sin que se peguen las pieles de forma asquerosa. Parece que te han puesto superglú. Los perros babean más (todavía) de lo que ya lo hacen. Se acentúan las patas de gallo por tener que guiñar los ojos para ver medianamente bien a distancias cortas. Por no mencionar cuando conduces y pretendes ver los paneles informativos de tráfico; misión imposible. Se te transforma la fisionomía en algo parecido a un asiático.
La gente se desviste. Algunos deberían pasar por comisaría directamente (o denunciado por escándalo estético) en cuanto llega el verano. Parece que es llegar el verano y desplegar en todo su esplendor el mal gusto de tejidos, colores y texturas. Y ya la debacle cuando tienes que viajar en transporte colectivo (sí, Jaume, me acabo de acordar de ti y tus "travesías" costeras para ir a trabajar) la tortura es casi insoportable. Gente que no sólo no se ducha a diario, sino que, una de dos, no saben que existen los desodorantes o se lo echan si haberse lavado con lo que la mezcla de "fragancias" resulta en un amalgama de olores nauseabundos.
Y ya lo último es que está a punto de darse la salida para la desbandada gregaria de madrileños varios, sedientos (también de alcoholes varios) de playas levantinas. Todo ellos aderezado de "flotadores" de diversas tallas para adornar el cuadro. Así que cuando alguien cerca de mí afirmar que "por fin ha llegado el verano", se me hinchan las narices. Francamente, creo que el verano es la peor estación del año, con diferencia. Lo sobrellevaré como buenamente pueda, refugiándome en el aire acondicionado y llegado el momento, viajando a latitudes más frescas.
Que Satanás nos pille confesados.

viernes, 18 de junio de 2010

Nos hemos quedado un poco más ciegos



"Dios es el silencio del universo y el hombre el grito que da sentido a ese silencio." (Jose Saramago)


Mi modesto tributo a este genio de las letras universales que nos ha dejado ciegos sin sus palabras.