viernes, 30 de enero de 2009

"Bienvenidos Mr. Felipe y Letizia"


Pues sí, ya han pasado brevemente por Yecla city los susodichos, tan brevemente (o casi) como en su día pasaron los americanos por aquel pueblo de la película de Berlanga. No he ido a verlos por cuestiones laborales, pero es que aunque hubiera podido ir a verles, tampoco lo habría hecho. Y es que, lo confieso, soy republicana.
Esta tarde en el mercado de abastos, en el super, en la peluquería, en las calles, no se hablaba de otra cosa. Pues vale, pos m'alegro, pos mu bien...
Me comentan que les han regalado unas cuantas cosas. A saber: un arcabuz, un fascímil de unos escritos relativos a uno de sus antepasados, del que no recuerdo el nombre (hace ya tanto tiempo...) pero que fue el primer Borbón, les han hecho socios de honor de la Asociación de Mayordomos y les han invitado a un vino español (sic). Amén de haberles dado las llaves de oro de la ciudad y la consiguiente (cómo me gusta esta palabreja... jeje) firma en el libro de oro (madre mía, cuánto oropel!) de la ciudad. Aturullada me dejan los responsables de tan insigne visita.
Por cierto, que me pregunto si a la esposa del príncipe le han explicado que estas fiestas son claramente discriminatorias para la mujer, ya que si alguno no es de por estos pagos le explico que desde que se empezaron a celebrar está claramente expresado en los estatutos de la la Asociación que el papel de la mujer está relegado a un muy segundo plano y solamente en forma de "mujer florero". Claro que de qué me quejo si ella misma (si una reforma de la constitución no lo remedia) será también víctima inocente de ese mismo tipo de discriminación si no tiene algún día un hijo varón. La constitución, tal y como está en estos momentos, no dejaría a su hija mayor reinar en ningún caso.
Por cierto que he leído en la prensa local (sí, tenemos hasta prensa local, que ya es un lujazo) que se han estado reunidos con los magnates de la industria del pueblo (pobrecitos, después de décadas de estas forrándose a costa del pobre trabajador) para ver cómo les pueden apoyar en vista de la crisis que azota en estos tiempos hasta el más pintado. También ha saludado a la aristocracia local (sin título nobiliario pero con las mismas pretensiones y actitudes respecto al populacho). Espero que al menos entre los afortunados (es un decir) que han podido asistir al histórico encuentro se encontraran también representantes de los sindicatos y de alguna que otra ONG. Más que nada porque siempre son los mismos los que asisten a este tipo de evento: a saber, los de semana santa y los de los tiritos de las fiestas de la Virgen. No tienen nada que envidiar de los programas de caspa de la caja tonta.

"pistas de pádel - 110.000€
visita de los príncipes - un arcabuz
que en yecla vuelva a ganar el PP - no tiene futuro
para todo lo demás, visitas de la casa real."
P.D. ¿Alguien podría explicarme eso de "vino español"? Si estando en tierra de buen vino, le han puesto vino de rioja, es pa' matarlos!

lunes, 26 de enero de 2009

Vuelta a las andadas


No se habían apagado todavía los ecos de aquella parida polémica sobre el color "tostado/bronceado" del recién elegido Obama por parte del "macarroni" bocazas de Berlusconi que ha vuelto a abrir la boca para soltar la enésima. Y van....
Al hilo de las últimas agresiones sexuales ocurridas en territorio italiano, el jefe del gobierno italiano ha declarado que más de 30.000 militares patrullarán las ciudades de aquel país. Aunque según sus palabras, impedir las violaciones es "misión imposible, incluso en un estado policial. Harían falta tantos soldados como chicas guapas italianas, y eso sería imposible".
Nos guste o no, la vieja Europa se está convirtiendo en un territorio cada vez más arcaico con políticos del siglo pasado, e incluso de otro milenio. Y es que votar en función del miedo o de la xenofobia lleva a estos resultados. Los americanos ya han hecho el cambio hacia otros derroteros mentales.

Se pregunta una si este hombre está en sus cabales, cuando no para de declarar cosas que a cualquier le parecería no ya políticamente correcto, sino fuera totalmente de lugar, amén de grosero para con el género femenino. Y no ha sido su única salida total de tono desde que está en la escena política. Los medios de comunicación se ven a ratos forzados de hacer acrobacias para justificar, negar, atacar a la oposición por lo que hace su jefazo. Sin duda, le ciega su afán de poder. Si no, no tiene sentido ni justificación. Sus afirmaciones son vergonzosas y ofensivas y han ido en aumento durante sus mandatos. Es una vergüenza nacional para los italianos y un personaje ridículo para el panorama internacional.

Lo más grave es que considera a las mujeres como objetos. Con sus palabras alienta a los "machotes" de tres al cuarto a mantener una actitud despectiva e irrespetuosa hacia las mujeres y favorecer las violencias. Deberían denunciarlo, y ser severamente castigado y/o penalizado. No entiendo que esta sarta de despropósitos pueda ser considerada una simple "broma".

La palabra "gilipollas" lo describe perfectamente. Sin paliativos. Y pensar que el primer puesto del ranking mundial lo ha llevado durante mucho tiempo Bush... El "macarroni" es su digno sucesor. Ambos limitaditos a nivel intelectual y cortitos de miras. Y sigo sin entender cómo un votante puede llegar a dar su voto a semejante(s) nulidad(es). Una de dos: o el pueblo es irresponsable o es inconsciente de lo que se traduce en las urnas.

sábado, 24 de enero de 2009

Historia de amor atípica



He vuelto a ver una película que vi el verano pasado y que me pareció oríginal, innovadora y valiente. Se trata de la primera película como director de un actor fuera de serie llamado Vincent Gallo.

Lo primero que llama la atención en las primeras escenas es la sensación de frío.Un frío helador que se te mete en los huesos. Y es lo que siente el protagonista al salir de la cárcel. Acaba de pasar una temporada a la sombra. Se nos antoja un personaje tenebroso, huraño, triste, que sale al exterior, y se encuentra una ciudad gris, triste y fría. Sus padres se muestran indiferentes con él. Y luego está Layla, una chica tímida, inocente y cuyo vestido contrasta grandemente con el frío imperante, como caída del cielo. Y no es casualidad que el susodicho vestido sea de color turquesa. Como el cielo azul que apenas se ve, o más bien se adivina a lo largo del metraje.

Gallo ofrece una película intimista, depurada de toda floritura para centrar la atención del espectador en la psicología de los dos personajes centrales. Cabe señalar que no se trata de una historia que será del agrado de todos. En ese sentido sí puede considerársele una película muy minoritaria, pero no por ello exenta de sensibilidad ni calidad. En la historia se entremezclan deseos autodestructores, asco, incomprensión, temores, rabia. Por cierto, recomiendo, en la medida de lo posible, que el espectador pueda verla en V.O. Y también recomiendo verla solo, mejor que acompañado, tal es la conexión íntima que se establece entre lo que se ve en la pantalla y las emociones de cada cual.

La película es una pequeña maravilla. Pequeña por lo escueto del presupuesto y maravilla porque incluso los secundarios son de auténtico lujo: Beb Gazzara, Anjelica Houston, Rosanna Arquette, tanto que merecerían un poco más de lugar en la historia. Todo en la película, incluso en los momentos más trágicos, es poesía y romanticismo. Gallo le da una vuelta de tuerca a las convenciones cinematográficas para mostrarnos la intimidad de los perdedores, de los perdidos en sus propias vidas, de las gentes que ama, y eso se siente ya a partir de las primeras imágenes, de los primeros planos. Sus fotogramas transmiten más amor que cualquier comedia-taquillazo made in usa. De hecho, el blanco y negro le da un aire de suntuosidad. La puesta en escena es excepcional, audaz y ligera. La pareja protagonista transmite una química indescriptible. Por cierto que Christina Ricci está aquí en la cumbre de su arte; sin duda en su mejor papel. La escena de la bolera es una buena muestra de ello.

Uno empieza a ver la película, ve a un tío completamente ido, piensa que no se podrá en la vida identificar con nada de lo que siente o ve (un tipo sin corazón y bastante primitivo en sus acciones, que secuestra a una chica, que no ha conocido nunca el amor, con un caracter absolutamente insoportable, un tipo infernal), termina sin darse apenas cuenta sintiendo empatía. No se puede tener nada contra él, incluso se solidariza uno con él. A ver con detenimiento la escena del motel. Le dan ganas a uno de tomarlo en sus brazos y de mecerlo como a un bebé.

Sorprendente, divertido, emocionante, tierno, bello, violento, realista, extraño. Cine en estado puro.

viernes, 23 de enero de 2009

La felicidad era eso...

Vaya por delante que personalmente, no soy fan de Will Smith. De hecho, su penúltima película, un bodrio llamado "Soy leyenda", me pareció una tomadura de pelo supina. De vuelta de mi viaje a Austria de mayo pasado, en la soledad de una habitación de hotel, y haciendo tiempo para dormir, me la tragué... y se me indigestó. Puajjjj.... Pero a veces las cosas ocurren para demostrarte que tus teorías se pueden modificar por unos criterios bastante aleatorios. De hecho, esta película, llamada "En busca de la felicidad", me la había recomendado una alumna no hace mucho, y tuve curiosidad por ver qué tal era el Smith en un dramón de esos que te mantiene unida amorosamente a una caja de pañuelos durante gran parte del metraje. Más que nada por cambiar de verlo haciendo monadas en la pantalla, como se le conoce más popularmente.

El protagonista es un viajante, Chris Gardner, que las pasa canutas para llegar a final de mes. Hace malabarismos para sacar adelante a su familia. Su mujer no soporta vivir inmersos en la precariedad, tira un día la toalla y finalmente le abandona, dejándolo además al cuidado de su hijo de cinco años. A partir de ese momento, la vida parece derrumbarse alrededor de Chris. No consigue un trabajo más seguro, son desahuciados de la casa en la que viven. Entretanto ha comenzado a realizar un curso en una financiera, sin sueldo, pero con la esperanza de que al finalizar, le contraten. Llegan a dormir en la calle, en el metro, en hogares para mendigos. Un desastre... Por cierto, la película está basada en un libro basado en la propia experiencia del verdadero Chris.

Pues como iba diciendo, que así a simple vista podía ser otro fiasco "joliwudense", con el negro de moda, para más inri acompañado de su propio hijo en la realidad. En un primero momento, pensé "qué miedorrrr"... Luego, me dije, ufff, encima un dramón épico de los de sobremesa: la aventura de un tipo que acaba durmiendo en las calles y que el destino y su fuerza de voluntad catapultarán a Wall Street. Sin embargo esta biopic se ve de manera bastante fluida y agradable. En general, los actores están muy correctos (mención especial al niño) y algunos diálogos están muy bien hilados.

Si el objetivo de la cinta era construir un ambiente para que el espectador pudiera identificarse al sacrificio y a las penurias que cualquier padre estaría dispuesto a pasar, pues sí, ha sido conseguido. Se trata de sobrevivir en un mundo dominado por el capitalismo de los años 80 (por cierto, no muy diferente del de los noventa y de la primera década del siglo XXI). Chris hará lo posible por ver a su hijo tener una vida normal. Pero ¿qué es lo normal? ¿Qué quiere decir "vivir normalmente"? Si mi opinión general sobre la película es de un aprobado sobrado, he echado de menos, sin embargo un análisis más profundo de la cuestión principal. A saber: ¿el dinero hace realmente la felicidad? En mi humilde opinión, la respuesta es rotunda: NO. De hecho pienso que el director podría haber enfocado esa supuesto búsqueda con otros factores menos materiales. De acuerdo, la relación padre-hijo es muy buena, casi idílica, pero he echado de menos algo más de escenas de convivencia, de ternura paterno-filial, de conversaciones... Vale el niño es pequeño, sólo cinco años. Y claro, pocas conversaciones profundas se pueden tener con un crío así. De paso diré que la imagen (que ya conocía de haberla visto in situ) de país del primer mundo con sus colas interminables de mendigos, sus comedores sociales deja perplejo sobre la precariedad de los recursos sociales en un país supuestamente "rico". Por cierto, y como ya se está convirtiendo en costumbre en mí, mención especial para la música, que acompaña de forma natural la trama, poniendo especial énfasis a la escena de la iglesia, en la que dos lagrimones han intentado asomarse a mis ojos tal era la fuerza de las miradas de los protagonistas y de las imágenes.

Tengo un pequeño "pero" para la película. Y es que considero que le falta fuerza narrativa. Es como que no termina de elevarse para volar con dinamismo y uno se imagina algunos elementos adornados en exceso o incluso exagerados para beneficio de la taquilla, con respecto al original del relato novelesco. Vale, la película no es perfecta, pero la calidad de la dirección (la del director, que por cierto ha contado de nuevo con Smith para su última película -Siete almas-) y sobre todo de la dirección de actores que merece un sobresaliente alto. El actor logra transmitir emoción, y eso, hoy en día es digno de alabar. Sufrimos con ellos, sentimos con ellos, reímos con ellos, y finalmente nos sentimos aliviados con ellos. Uno se termina preguntando si frente a situaciones como las descritas en el guión sabría sacarse las castañas del fuego. Está más que claro que no todos buscamos llegar a convertirnos en magnates de las finanzas. Sólo anhelamos salir adelante y saber que tendremos un techo sobre nuestras cabezas (y más en los tiempos que corren) y un plato de comida cuando tenemos hambre. En resumen, la felicidad es la cosa que buscamos cuando hemos tocado fondo. Delante de nuestras pantallas, sentados en nuestros sillones favoritos, no se llega a saber realmente qué es eso de la felicidad.

Aunque el final me ha parecido algo precipitado, he agradecido el no mostrar el "después". El director ha tenido la sensibilidad de dejar caer el telón, dejando al espectador la opción de inventarse ese "después" tras haber visto en detalle el "antes". Y se agradece esa fineza, ese pudor y ese acercamiento ya que adivinamos desde el principio que el happy end será una realidad, merced al esfuerzo sobrehumano del personaje. Una historia creíble del self-made-man (aunque a ratos, sólo a ratos, algo ingenua) que no dejará indiferente a nadie.

jueves, 22 de enero de 2009

Ya era hora

Una de las primeras decisiones que Obama ha tomado a su llegada a la Casa Blanca, aparte de congelar los sueldos a sus altos cargos, ha sido la de cerrar la cárcel de Guantánamo, en la isla de Cuba. Fue una de sus propuestas estrella, entre otras, durante el transcurso de su campaña electoral. Y ha cumplido. Acaba de firmar el cierre y desmantelamiento de la cárcel para dentro de un año. Contraste notorio con respecto a su antecesor en el cargo, empeñado en prolongar ad infinitum el infierno que viven los presos de aquella "tierra de nadie". Bush, de hecho, lo consideraba (lo de tenerlos allí) una "medida para luchar contra el terrorismo". Qué cruel ironía...
Además, Obama ha impuesto que los Estados Unidos se atengan en todo momento a la convención de Ginebra sobre los derechos de los prisoneros de guerra.

El gesto, además de loable, nos dice bastante sobre las intenciones de Obama. No ha tenido que pensárselo mucho tiempo. Aunque pensándolo bien, creo que tarde o temprano se hubiera cerrado. Era una situación que no podía prolongarse en el tiempo mucho más. La presión internacional se estaba endureciendo a pasos agigantados. Aunque espero que el cierre de esta cárcel no esté sólo motivada por una voluntad del gobierno estadounidense de rehabilitarse en la opinión pública mundial. De cualquier manera, esta decisión le asegura al recién elegido Obama una imagen positiva suplementaria. Pero... ¿cuántos "guantánamos" más existen en el mundo?

Siempre he pensado que sea cual sea el crimen que se haya cometido, una persona merece un juicio justo y equitable, incluso si ha cometido las peores atrocidades. Si no, nos ponemos a su misma altura. O bajura.

¡Bravo Obama! No podrías haber empezado con mejor pie. Allí donde Bush se empecinaba y dejaba el asunto de lado, a pesar de la opinión pública mundial y las denuncias de organizaciones de derechos humanos, has buscado soluciones. Bush ni siquiera se daba cuenta del problema.

lunes, 19 de enero de 2009

Triste adios para un amigo


Una llamada hace apenas media hora me ha dado la trágica noticia. Juan Luis ha muerto esta mañana de un infarto en el transcurso de una de sus clases. No me lo podía creer, de hecho todavía no me lo creo. Carmenmaría, con voz temblorosa y con síntomas de haber estado llorando, me ha dicho que ha sido esta mañana. Y todo apunta a que ha sido un infarto. No puede ser. No a nuestro Jean-Louis. Todavía me resuenan en los oídos nuestra conversación de poco antes de Navidad, cuando se declaraba feliz, finalmente después de varias penurias y problemas familiares, satisfecho del momento personal que estaba viviendo con su pareja, resueltos ya los entuertos que le habían estando entorpeciendo los últimos tiempos.
Sigo sin poder creérmelo. Y me siento desolada, y muy, muy triste.
Volveremos a vernos los de aquella promoción 1992-1997 en tu entierro, querido amigo. Nunca te olvidaré!

domingo, 18 de enero de 2009

Código desconocido (Code inconnu)

Casualmente, el título de otra de las películas que he visto durante las vacaciones tiene que ver con los códigos, en concreto este es "desconocido". Su director, Michael Haneke, se caracteriza por sus películas "Caché" (también protagonizada por Juliette Binoche) y las magníficas "La pianista" con Isabelle Huppert y "Funny games". Aunque considero que la película que comento hoy ha sido un resbalón cinematográfico inexplicable.
A primera vista se trata de una película que enlaza personajes que aparentemente no tienen que ver entre sí, pero que al hilo del metraje el director nos va haciendo entender los hilos invisibles que los unen: una mendiga rumana, una actriz, un fotógrafo, un campesino, un adolescente rebelde, una madre desesperada, una niña sorda... A lo largo de las escenas (unas más banales que otras, entremezcladas con otras muy simbólicas) el director, cámara al hombro, nos adentra en las pequeñas miserias cotidianas de todos estos seres que andan como perdidos por sus respectivas vidas. Todos ellos forman parte de un universo que conocemos bien ya que nos desenvolvemos a diario, un mundo caótico que nos muestra de manera descarnada las diferencias entre vidas que se cruzan a diario. De hecho su puesta en escena es muy simple: una escena, un plano (algunos como la escena de la plancha totalmente prescindibles). Podría ser una película de denuncia social. Pero creo que se queda sencillamente en buenas intenciones. Se queda en un álbum sencillo de apuntes para hacer una película, la buena, la definitiva. Personajes apenas esbozados, situaciones a las que hay que añadir mucha imaginación para entender la relación entre ellos, diálogos un tanto absurdos (me refiero concretamente al del supermercado). Le falta algo, no sé. Y encima, yo, que considero la banda sonora de una película como un personaje más de la misma, me sentí decepcionada al constantar que no hay una sola nota de música en todo el metraje, si exceptuamos el redoble de los tambores del final.
Es como si al director se le hubiera ido el proyecto de las manos y la cabeza se le hubiera ido a otro lugar; y en un sentido estricto, es cierto, ya que varias de las escenas están rodadas en Rumanía. En realidad, es como si la historia no tuviera historia, sino simples pinceladas, como el que busca una luz clara durante una tormenta: sólo cuando resplandece el relámpago se ilumina algo la habitación y eso, sólo durante unos brevísimos segundos. Algo parecido a ver un álbum de fotos, sólo instantes congelados en el tiempo. Eso sí, fotos que nos remiten a la violencia, la injusticia, la existencia rutinaria, la tensión del día a día, la incomunicación... En realidad, ni siquiera se podría decir que son personajes, son... gente, nada más. Como un relato incompleto de un viaje a ninguna parte. Gente que se cruza, que coincide durante unas pocas estaciones de metro (escena ésta en la que el espectador se siente contagiado del malestar de Binoche durante el acoso de un gamberro).
No es una película para aquellos que estén de bajón anímico, porque terminarán de verla añadiendo sufrimiento al propio. De hecho, creo que la podría calificar de oda al sufrimiento. Con esto no quiero decir que la película sea mala, pero de ahí a considerarla obra maestra como la mencionada "La pianista" hay un abismo. Habría deseado que en medio de tan negro panorama, Haneke hubiera siquiera esbozado un rinconcito de cielo azul, de alegría apenas contenida. Lástima.
Lo dicho, Binoche plancha muy bien; el campesino labra sus tierras y una pobre mendiga intenta sobrevivir en la calle. Nada más.

sábado, 17 de enero de 2009

Código 46

Otra de las películas que vi durante las vacaciones de Navidad fue una de ciencia-ficción de Michael Winterbottom, llamada Código 46.
La primera impresión fue que estaba frente a una extraña película, con un guión muy original, muy del estilo de Gattaca. En esta ocasión Winterbottom nos propone la visión de un futuro bastante creíble a la vez que opresor y terrorífico, por lo cercano. Aunque el contexto en general nos remite a la impresión de "déjà vu", la película nos adentra en unas ideas únicas para atrapar la atención del espectador atento a la pantalla. Y es eso precisamente lo que nos muestra: ciencia-ficción (de la ficción que supera la realidad). Si buscáis la de la saga Star Treck/Galaxias y demás, probablemente salgáis decepcionados. Aquí hay una historia de las de verdad, con personajes cercanos, que viven sus roles de manera auténtica, visceral. Sus interpretaciones son sobrias, magníficas y la actriz principal, Samantha Morton (no muy conocida, o al menos no es de las que se pasean día sí, día también por las alfombras rojas de los festivales mundiales) está a años luz de las Kidman, Winslet y compañía. Se puede decir que la película es buena, pero no entusiasmará al gran público. Si el lector se autodefine como cinéfilo, no debería perdérsela bajo ningún concepto.
Una historia de amor. De eso se trata, ni más ni menos, pero encuadrado en una sociedad futurista in-vitro ideada por Winterbottom. A ratos poética, a ratos algo redundante, aderezada con una banda sonora envolvente, relajante, en su medida justa. La historia nos remite a uno de los grandes tabú de nuestra civilización (el incesto) aunque no sea el tema principal de la película, propiciado por el código 46 del título. En un mundo mucho más cercano de lo que nos imaginamos, la humanidad ha visto reducida su fertilidad hasta puntos insostenibles, se ampara en ese código para poder clonar seres humanos a partir de una misma persona, pero prohibe relacionarse a aquellos que comparten más de un porcentaje de material genético considerado ilegal además de peligroso. El directo nos demuestra hasta qué punto es posible crear una película en un universo imaginario sans abusar de la ciencia ficción ni de los ambientes opresivos, aún cuando la mayoría de las escenas tengan lugar en interiores. Y además ha sabido sacar un provecho de un modesto presupuesto llevando a cabo un película estéticamente atractiva.
Efectivamente, sin tener los personajes a primera vista nada excepcional, nos arrastran en su historia con el mismo embrujo que viven en su aventura trágicamente abocada al fracaso. Todo ello, como he comentado más arriba, mecido por una banda sonora magistral que se impone por su simplicidad en su relación con las imágenes. Algunas escenas nos hará pensar en Minority report (por los decorados) , en Lost in translation (por el ambiente oscuro e incomprensible) aunque con un trasfondo narrativo completamente diferente. Megalópolis asépticas, connotaciones contemporáneas de silencio, de aislamiento, salpicadas a ratos de incursiones en la miseria de los que viven abajo, inmersos en el ruido y la suciedad. La historia plantea varios temas candentes: la genética y sus ventajas y peligros, el papel que desempeña la medicina en nuestros días y su futuro, la tendencia a los ghettos en determinados sectores de la sociedad... ¿Acaso el resultado podría tildarse de pesadilla filosófica, a imagen y semejanza de Blade Runner? Resulta evidente que la película de Winterbottom plantea las mismas (o casi) problemáticas: la alteridad, la atracción irresistible hacia los amores imposibles, contra natura, la necesidad de transgresión para sentirse finalmente vivo... Aunque en el caso que nos ocupa, no echamos de menos los efectos especiales, de coches volantes, etc. Y precisamente por esa ausencia nos es más verosímil el ambiente futurista de la cinta, más coherente y cercano.

domingo, 4 de enero de 2009

Absurdo como la vida misma



Mientras ordeno las fotos y los comentarios que mi viaje a la Conca de Barberá han producido, me voy a dar licencia para reanudar mis observaciones cinematográficas sobre las películas que veo.

De hecho, durante estos últimos diez días que he estado fuera, he visto una buena docena de películas, de temática y procedencia variada.

Una de ellas es ésta: "Little Miss Sunshine", que todo el mundo alababa y ponía por las nubes, diciendo que era el summun del cine independiente. Incluso Jota, no hace mucho me comentó que la había visto y que le había gustado. Así que como la tenía desde hace tiempo en mi lista de películas pendientes de ver, me dije que había llegado el momento de opinar. Aunque en general hay dos tipos de películas que automáticamente no veo (las que llevan mucho bombo y platillo de marketing -de hecho, debo ser de las pocas personas en el planeta que no ha visto Titanic o Gladiator- y aquellas de las que todo el mundo tiene una opinión favorable unánime), me dije que tal vez podría ser interesante verla.

Así que en una de mis últimas noches montblanquinas, me dispuse a ver, como en los buenos viejos tiempos del Regio, del Concha, del PYA o del Lucy en su edad de oro, una sesión doble. De la otra película de esta doble sesión, "Código 46" de Michael Winterbottom, ya comentaré en otro momento.

Lo primero que se me ocurre es que se trata de una comedia agridulce, tirando a ácida. No he contado las veces que me he reído a carcajadas (creo que han sido tres o cuatro) y a veces sólo he esbozado una media sonrisa. En su conjunto es una buena película, y conste que no cuestiono la dirección de actores, todos ellos muy en su papel. Lo que sí me ha parecido reprobable son los clichés de la sociedad norteamericana y para muestra, un botón: lo de la cena interminable con el pollo, todos los comensales masticando y articulando frases a cual más ácida me ha parecido totalmente prescindible. Los diálogos se podrían haber encuadrado en otro tipo de escenario.

Pues sí, las situaciones que se retratan en esta película también representan a los Estados Unidos: la estupidez sin límite, la obsesión por el éxito, el mal gusto y lo kitch... Lo de los concursos de belleza para niñas que parecen barbies clónicas y lobotomizadas no es más que la punta del iceberg de una sociedad enferma. La historia tiene su cierto mensaje moralizante, y en determinados momentos hasta nos descoloca seriamente, pero creo que ese era el objetivo de sus dos directores. Un poco en la línea (salvando las distancias) de American Beauty. En nuestras sociedades occidentales, lo tenemos también aunque de manera edulcorada. No hay más que ver los realities que ofrecen las televisiones en estos momentos. En todos ellos podemos contemplar a unos horteras de tres al cuarto que matarían a sus madres por salir en la tele. Si solamente esta película pudiera hacer tomar consciencia de ello, sería el mínimo de sus méritos.

Es una road-movie simpática, que ofrece una visión sin concesiones de una Norteamérica dividida entre los winners y los loosers. Y en medio, una familia de clase media, bastante desorientada que trata de sobrevivir mal que bien y de llevar a cabo su particular "sueño americano". Sin embargo, la realidad, que como siempre supera a la ficción, es bastante cruel y las desiluciones van paradójicamente producir un acercamiento entre personas que ya no se entendían pero que unas circunstancias cuanto menos pintorescas van a propiciar: un viaje a Californa de tres días para que la niña pequeña participe en un concurso de miss infantil. Las peripecias de los protagonistas generan situaciones a ratos absurdas (mención especial a la llegada caótica de la furgoneta al hotel donde tiene lugar el concurso, realmente digna de una escena de los hermanos Marx, el secuestro del cuerpo del abuelo del hospital o la escena en la que el policía registra el maletero de la furgoneta). Se pasa de la risa al drama en apenas dos minutos.

Mención aparte merece la interpretación de los seis personajes: son todos creíbles, emocionan e invitan a la tolerancia. Aunque insisto en que en algunas situaciones parecen más estereotipos que personajes. Cierto es que el guión condiciona a los personajes. Aquí asistimos al retrato de una familia cuyos miembros están todos a la greña con el resto: el abuelo de vuelta de todo, bastante salidorro y adicto a la coca, el adolescente con comportamiento autista y que odia a todo el mundo, el padre que vende una idea del éxito que es incapaz de aplicar para su propia vida, el cuñado gay que se ha intentado suicidar incapaz de aceptar un desengaño amoroso, la madre que intenta poner un poco de sentido común a un ambiente que se le va de las manos, la hija pequeña que sin tener realmente aptitudes se presenta a un concurso de mises infantiles y cuyos padres se dan cuenta demasiado tarde de que va a fracasar estrepitosamente... Lo que le reprocho a los guionistas es que se propongan criticar la sociedad norteamericana, que lo hagan con una cierta ironía pero de manera demasiado blanda para parecer políticamente incorrectos. Claro que no son los hermanos Farelli... Pero al césar lo que es del césar, y me quito el sombrero frente a la escena más hilarante de la película, la del concurso, que los directores han tenido la delicadeza de no hacer caer en la caricatura. Y final feliz, que al fin y al cabo esto es sólo una película.

Que la película seduce es obvio. El humor que deja traslucir es sencillo y eficaz. Mención aparte a su banda sonora que atrapa, que arropa la historia, que resulta esencial en determinados momentos. La historia es original, interesante y bien resuelta. En general, el resultado es medianamente aceptable, aunque el conjunto es, por así decirlo, demasiado cuadriculado. He echado de menos un punto de disparate, un detalle que nos atrape mucho más radicalmente y que nos devuelva a la edad de oro de la comedia, que hace mucho que se despidió de nuestras pantallas. Aún así, no me he aburrido en absoluto. No diré que es una película fallida, pero tampoco podría afirmar que es una película de la que los títulos de crédito nos sorprende en estado de éxtasis completo. De hecho, yo he pasado un buen momento. Pero sin más.

viernes, 2 de enero de 2009

Feliz... lo que sea

Dos de enero... y haciendo nada.

No está mal como plan. Y encima hoy ha amanecido lloviendo. Además de que el acceso a Internet lo tengo restringidísimo.

Pues eso, que una vez que regrese a casa, pondré en orden las fotografías, las notas y las impresiones, y os contaré mis aventuras y desventuras en la Conca del Barberá.

Mientras esto ocurre, que os sea leve!

P.D. Jota, niño, ponte bueno pronto!