domingo, 18 de enero de 2009

Código desconocido (Code inconnu)

Casualmente, el título de otra de las películas que he visto durante las vacaciones tiene que ver con los códigos, en concreto este es "desconocido". Su director, Michael Haneke, se caracteriza por sus películas "Caché" (también protagonizada por Juliette Binoche) y las magníficas "La pianista" con Isabelle Huppert y "Funny games". Aunque considero que la película que comento hoy ha sido un resbalón cinematográfico inexplicable.
A primera vista se trata de una película que enlaza personajes que aparentemente no tienen que ver entre sí, pero que al hilo del metraje el director nos va haciendo entender los hilos invisibles que los unen: una mendiga rumana, una actriz, un fotógrafo, un campesino, un adolescente rebelde, una madre desesperada, una niña sorda... A lo largo de las escenas (unas más banales que otras, entremezcladas con otras muy simbólicas) el director, cámara al hombro, nos adentra en las pequeñas miserias cotidianas de todos estos seres que andan como perdidos por sus respectivas vidas. Todos ellos forman parte de un universo que conocemos bien ya que nos desenvolvemos a diario, un mundo caótico que nos muestra de manera descarnada las diferencias entre vidas que se cruzan a diario. De hecho su puesta en escena es muy simple: una escena, un plano (algunos como la escena de la plancha totalmente prescindibles). Podría ser una película de denuncia social. Pero creo que se queda sencillamente en buenas intenciones. Se queda en un álbum sencillo de apuntes para hacer una película, la buena, la definitiva. Personajes apenas esbozados, situaciones a las que hay que añadir mucha imaginación para entender la relación entre ellos, diálogos un tanto absurdos (me refiero concretamente al del supermercado). Le falta algo, no sé. Y encima, yo, que considero la banda sonora de una película como un personaje más de la misma, me sentí decepcionada al constantar que no hay una sola nota de música en todo el metraje, si exceptuamos el redoble de los tambores del final.
Es como si al director se le hubiera ido el proyecto de las manos y la cabeza se le hubiera ido a otro lugar; y en un sentido estricto, es cierto, ya que varias de las escenas están rodadas en Rumanía. En realidad, es como si la historia no tuviera historia, sino simples pinceladas, como el que busca una luz clara durante una tormenta: sólo cuando resplandece el relámpago se ilumina algo la habitación y eso, sólo durante unos brevísimos segundos. Algo parecido a ver un álbum de fotos, sólo instantes congelados en el tiempo. Eso sí, fotos que nos remiten a la violencia, la injusticia, la existencia rutinaria, la tensión del día a día, la incomunicación... En realidad, ni siquiera se podría decir que son personajes, son... gente, nada más. Como un relato incompleto de un viaje a ninguna parte. Gente que se cruza, que coincide durante unas pocas estaciones de metro (escena ésta en la que el espectador se siente contagiado del malestar de Binoche durante el acoso de un gamberro).
No es una película para aquellos que estén de bajón anímico, porque terminarán de verla añadiendo sufrimiento al propio. De hecho, creo que la podría calificar de oda al sufrimiento. Con esto no quiero decir que la película sea mala, pero de ahí a considerarla obra maestra como la mencionada "La pianista" hay un abismo. Habría deseado que en medio de tan negro panorama, Haneke hubiera siquiera esbozado un rinconcito de cielo azul, de alegría apenas contenida. Lástima.
Lo dicho, Binoche plancha muy bien; el campesino labra sus tierras y una pobre mendiga intenta sobrevivir en la calle. Nada más.

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