domingo, 31 de agosto de 2008

Fauna







Flora






































La casita de Ladines

Puerta de entrada a la casita
"La Rueca"

Vista del rincón cocina

Vista del rincón salón



Otra vista del rincón salón




Viaje a Asturias - Crónica del 17 de agosto


















Amanezco en una casita de las de cuentos de Andersen. Desde su puerta de entrada, se divisa una porción de valle. Estoy en pleno corazón del Parque de Redes. El pueblecito se llama Ladines.


Una espesa bruma lo envuelve todo allá enfrente. Pero se adivina una frondosa vegetación y una profusión de verde en diferentes tonalidades. Me sentí extasiada a mi llegada ayer tarde y todavía me duran los efectos de la impresión. De hecho, nada más aparcar y salir del coche, me dirigí a un grupito de gente que charlaba animadamente en la placita del pueblo y les dije, después de saludar con una sonrisa de oreja a oreja: "Pensé que el paraíso no existía, pero acabo de encontrarlo". Sólo he echado un rápido vistazo al pueblo; verlo con detenimiento lo dejaré para un momento de dedicación en exclusiva para salorearlo palmo a palmo, llenarme las retinas con cada detalle, cada piedra, cada recodo y sobre todo dejarme envolver por la quietud que rezuma de cada esquina. Me ha sorprendido mucho la solidaridad y amabilidad de la gente con la que me he cruzado en las calles. Habitantes del pueblo, curiosos de saber quién y de dónde es el visitante.

sábado, 30 de agosto de 2008

Viaje a Asturias - Crónica del 16 de agosto (2)


24233. Este es el código postal del pueblecito en el que me quedo a hacer noche hoy. Concretamente en el Hostal San Miguel. Nica me lo recomendó, más que nada porque cuando le dije que iba a pasar una noche en León, antes de continuar viaje hacia Asturias, me sugirió pasar por el pueblo donde nació. Es un pueblo curioso. Caminando despacio por sus calles tenía la sensación de haberme trasladado gracias a la máquina del tiempo a la España de los sesenta. Casas construidas con adobe, con sus traviesas de gruesas maderas sobre el dintel de puertas y ventanas, sus portones carcomidos y descolgados de acceso a las cuadras, sus parcelas de huertos donde conviven en feliz armonía gallinas y frutales... Quizás haya más casas deshabitadas y muriéndose de la enfermedad del vacío y la tristeza que aquellas en las que languidecen abuelitas casi centenarias que a estas horas reposan al frescor de la tarde.

Saludan al paseante con una amabilidad decimonónica y parsimoniosa, no exenta de curiosidad por conocer la identidad del forastero. También hay, a estas alturas del verano, gente joven, retornada temporalmente, que saborea la tranquilidad de la vida de pueblo, que obra el milagro de ralentizar el tiempo, donde ir a dar un paseo es algo más que caminar, donde saludar al vecino es algo más que hacer vida social; es curioso, pero en mi paseo de esta tarde, apenas he visto una docena larga de vehículos aparcados o circulando por las callejuelas, copadas, eso sí, por niños circulando libremente en bicicleta, conscientes de que esa libertad no les será coartada por agentes externos. Intento imaginar cómo será la vida en este pueblo el resto del año y me embarga a partes iguales una inmensa tristeza y una paz interior sin igual.

Viaje a Asturias - Crónica del 16 de agosto (1)

Borges metaforizaba mucho, demasiado, diría yo. Pero no soy quien para criticar gratuitamente al maestro de maestros. Decía que Borges usaba profusamente la metáfora pues, entre otras cosas, comparaba la vida con un viaje, en alguna de sus novelas. Y es cierto que la vida como tal es un largo camino lleno de experiencias, de vivencias, de aprendizajes, de tramos y recorridos, de cuestas empinadas y cunetas sucias, de valles fértiles y picos ariscos. No quisiera enrollarme demasiado en figuras metafóricas, así que iré directamente al grano de mi viaje veraniego, aunque a veces utilice alguna que otra comparación.
En la metáfora, ups, perdón, en qué estaría yo pensando yo... en el viaje que me ocupa en estos momentos, ya he tenido tiempo para configurar en mi mente cuantas imágenes se han ido reflejando en mi retina, desde la salida oficial esta mañana temprano cuando, tras el pistoletazo de salida, enfilé la carretera para recorrer la geografía española en diagonal para recalar en un pueblecito leonés llamado Villalobar. En todas estas horas, que han sido muchas, he tenido oportunidad de mirar, admirar, contemplar, observar, ver... amén de maldecir el aparatejo que se suponía iba a convertirse en un eficiente asistente de viaje. Y he tenido que improvisar sobre la marcha porque el gepeese se empeñaba en dirigirme hacia la N-II, dirección Zaragoza, así que contradiciendo repetidamente la voz metálica que emanaba del aparatejo, finalmente, encontré mi camino. Pero, como diría el caballero, "a fe de Dios, que costó lo suyo!".
Conforme iba ascendiendo hacia el frescor del norte, se iban sucediendo parajes desolados y resecos de la Mancha, polígonos industriales de las periferias de grandes ciudades, autovías, carreteras, autopistas de peaje, con o sin tráfico, campos sembrados de girasoles saludando al sol, otros de cereales ya segados y que lloraban su desnudez, cielos preñados de nubes bajas... Se diría que se habían cansado del calor de las últiams semanas y se habían dejado descolgar hasta casi tapar el suelo, cual manta. Es un auténtico placer volver a respirar con las temperaturas primaverales que reinan en Castilla. Incluso a la altura de Medina del Campo me ha caido un chaparrón de no más de cinco minutos pero suficiente para obligar a los termómetros a rendirse una buena decena de grados. Mis ojos se iban empapando de todo los detalles del clima y de los paisajes: nubes, relieve, tráfico, luz... Mi mente semejaba un lienzo en blanco que se iba tiñendo por momentos de elementos pictóricos a medida que iba avanzando el camino.

viernes, 29 de agosto de 2008

Volver, volver...

El regreso.

Sí, ya he regresado a "casa", como se suele decir. Ha sido largo y todavía me dura el cansancio aunque afortunadamente llego con las pilas cargadas. Tras más de cinco horas y media de interminables paisajes, carreteras, paneles de simbología carreteril a veces indescifrable, y coches adelantándome (jeje, todos terminan por adelantarme... sí, sí, ya sé que dije que no soy Fernando Alonso, y lo suelo cumplir) para finalmente volver al punto de partida.

Hay en cada regreso un punto en común no exento de simbología. Volvemos siempre a nuestro punto de partida, como el asesino vuelve siempre al lugar de su crimen, como si no hubiera más opción que esa. Da igual que la ausencia haya sido de un finde, una semana, seis meses o quince años. Nunca seremos los mismos que cuando decidimos irnos. Hay cambios sutiles, casi imperceptibles en los viajes breves en tiempo. Luego están aquellos que cantaba Carlos Gardel en su celebérrimo tango "Volver", en el que "las nieves del tiempo platearon mi sien".

Volvemos, al sitio que sea, como si quisiéramos recordarnos permanentemente nuestros orígenes, como temiendo un ataque repentino del Doctor Aloïs (Alzheimer, of course). Emana de cada regreso un deseo intrínseco de recuperar algo perdido, que desgraciadamente (a veces) nunca conseguiremos tener de nuevo. No es que se me haya despistado nada en el viaje, conste. Al contrario, como siempre he traido en el equipaje algunas cosas más de las que me llevé. Ya haré un exhaustivo recuento en crónicas posteriores, merced al diario de viaje que he llevado puntualmente.

Estaba recordando aquella película con un John Voight impagable y una enternecedora Jane Fonda, llamada precisamente"El regreso". Sí, definitivamente, cada regreso es un comenzar de nuevo algo, una nueva etapa en la vida. En mi caso, esa etapa se llama curso escolar y se apellida primer trimestre. En otros muchísimos casos, se llamará vuelta a la fábrica, a la oficina, a las tareas del hogar, al parque para compartir horas con los demás jubilados, al bufete de abogado para pedir un divorcio que ya era inevitable... Pero todo será como un nuevo comienzo.

Ya me estoy poniendo pesada. Bueno, lo dicho, que tú también hayas tenido un feliz regreso, y ya, a partir de mañana comienzo las crónicas de un (pequeño) viaje a Asturias. El de Ávila, me lo estoy pensando...

viernes, 15 de agosto de 2008

Cerrado por viaje a Asturias


Tacháaaaaaaannnnnnn....

El día tan esperado de mi viaje a Asturias llegó. Mañana muy temprano, me pillaré mi "tiruroncito gris" alias mi Ibiza querido y adorado, y me iré echando leches (bueno, no tanto, que no soy Fernando Alonso, jeje) hacia el frescor, el verdor, la tranquilidad, las montañas... woaw! Qué ganas le tenía ya. Ah! y en busca y captura de mi neurona que se largó hace ya unos días. A ver qué se cuenta, la muy pícara...

Además, este viaje viene con un segundo episodio sorpresa! A la vuelta, haré parada y fonda en un pueblecito de Ávila cinco días para una segunda cura de "lujo, calma y voluptuosidad" (como diría Baudelaire).
Espero veros a todos a la vuelta, a finales de mes. Y no os hagáis los despistados, que pasaré lista para ver si estáis todos!

jueves, 14 de agosto de 2008

Todo está en los ojos


Al hilo de mi post de ayer sobre la película “After the wedding”, y reflexionando sobre las numerosas escenas con miradas en primer plano, me puse a hacer una reflexión sobre si la mirada tiene algo que ver con las emociones y los cambios que provocan en el cuerpo. Y al buscar información sobre las reacciones fisiológicas que las emociones provocan en los ojos, he hecho las siguientes averiguaciones.

Porque cuando un hombre se siente atraído por una mujer, ¿cuál es la parte de su anatomía que triplica de volumen? La pupila, por supuesto! Malpensados!!!! Jajajaja Pero cuando una mujer se siente atraída por un hombre, ¿qué ocurre?

Resulta que entre los tratantes de diamantes, es tradición que se escrute detenidamente las pupilas de los posibles compradores para detectar en ellas un signo de interés particular por alguno de los pedruscos ofrecidos. De hecho, fue en 1975 cuando el psicólogo norteamericano Eckhard Hess observa que los hombres prefieren la foto retocada de una mujer a la cual se le ha agrandado las pupilas a la foto original…

Los hombres se muestran incapaces de explicar por qué: al preguntársele, ninguno detecta la diferencia entre las dos imágenes. Sin embargo, muy pocos dudan: prefieren la foto con las pupilas dilatadas. ¿Cuál puede ser la razón? Pues porque, de acuerdo con un mecanismo puesto en marcha de forma inconsciente, esto serviría para permitir ver mejor, ya que las pupilas se dilatan a la menor excitación.

Se dilatan exageradamente cuando se observa a una persona que nos excita. Bueno también se agrandan sobremanera cuando se observa un tiburón, jeje... Pero eso es otro tema menos importante en lo que hoy traigo a colación. Cuando una mujer se siente atraída por un hombre, sus pupilas la traicionan, lo cual explica por qué los hombres prefieren las mujeres con pupilas inmensas. Piensan que son más sexy, bellas, dulces, encantadores, divertidas, amables. De esta forma, pensamos que las personas que nos quieren tienen grandes cualidades. De hecho, las pupilas dilatadas dan la impresión de una atracción recíproca.

Por ello, para seducir a un hombre, las mujeres prefieren las luces tamizadas, ya que las pupilas se agrandan. También por eso, las cortesanas italianas se ponían antaño unas gotas de belladona en los ojos (Belladona significa de hecho “bella mujer” en italiano).

Y claro, bajo el efecto de la excitación, el ojo se vuelve más brillante, aunque generalmente no se tenga consciencia de la dilatación de las pupilas de la otra persona. Ni de la de uno, por supuesto.
La próxima vez que veas a alguien que te gusta, mira detenidamente sus pupilas. Lo mismo, el destino te está sirviendo en bandeja al amor de tu vida...

miércoles, 13 de agosto de 2008

Después de la boda

A veces, sólo a veces, muy pocas, llegan a nuestros ojos pequeñas perlas cinematográficas que nos hacen creer en el ser humano, en su bondad, en su metamorfosis hacia la perfección... De esas películas que son como pastillas-placebo, que tomamos para curarnos de la soberbia y de la idiotez y que sin embargo obran un efecto mucho mayor del esperado. El caso es que anoche vi una de esas joyas. Se llama "After the wedding", y la vi de una sentada, yo que ultimamente soy incapaz de sentarme a ver siquiera una serie de televisión.

Hay algo que emana de esta película, algo que hace que no sea como las demás. Cómo expresarlo? Se parece a un viaje. De hecho empieza en la India y nos lleva hacia un reconocimiento, al descubrimiento, a la responsabilidad, a la elección… y hacia el duro camino de la vida. La interpretación de los actores es antológica. La puesta en escena es intimista. La música que lo envuelve todo sin agobiar, como formando parte ella también del elenco de actores es maravillosa. Se le podría reprochar su lado sensiblero en determinadas escenas pero se amalgama tan bien al guión que ni se nota. Los actores masculinos nos hacen asistir a un duelo interpretativo de alto nivel. Uno, que va de Quijote que combate la miseria en un orfanato indio y que desprecia el realismo del otro. Este otro que arbora una fachada de hombre de negocios y buen padre de familia, y que da una visión de la generosidad y de la entrega todavía más emotiva. Jacob y Jorgen, dos hombres, aparentemente sin nada en común, pero que ve verán en el espacio de unos pocos días, unidos, sin ellos saberlo, por el destino. No se trata de la dualidad Bien-Mal, la historia va mucho más allá. De hecho, el supuesto hombre rico, capitalista, que tiene todo cuanto pudiera desear, nos obligará a dar un giro de 360º en nuestros esquemas mentales y nuestros prejuicios. De igual manera, las ideas preconcebidas que tenemos del que consideramos un héroe, entregado a una causa noble y altruista, se nos vendrán abajo al filo de la historia. Nada es lo que parece en esta historia de vidas cruzadas.

Podría haber sido una película más del “Dogma”, ya que su directora, Susanne Bier, es danesa. De hecho, muchas de las escenas más dramáticas están rodadas cámara al hombro. Pero se diferencia del resto de esta corriente de nuevo cine danés en los detalles. Filma aquellos pequeños momentos y detalles de que están compuestos las vidas de los protagonistas: primerísimos planos de miradas, de pieles excitadas, de lágrimas, de labios mojados por el vino. Vidas hechas de retazos de altibajos, de actos liberadores, de crueldad, de generosidad… En resumen, una película dual donde el marido y la esposa se unen (el título evocador) para formar una fuerza única, vital, la de la unión del ying y del yang (representado por el discurso de Jorgen a su esposa, en sus propias palabras “océano y cielo”) y un poderosísimo grito a la vida. No se debe guardar todo para uno mismo. Porque el “hombre del saco” nos llevará algún día con él. Se trata de confesar el amor, esa divina palabra que lastima y nos hace sufrir al salir de nuestras bocas (tanto da que sea amor filial o carnal).

Esta película es un canto a la vida, al amor, con el fin de preparar mejor la muerte. Pero también es un canto al estado de regresión del que es capaz cada cual (su país, su mujer…).

Sólo se me ocurre terminar este breve y modesto comentario por dos palabras que resumen mis sentimientos en estos momentos: CARPE DIEM!

martes, 12 de agosto de 2008

El sustituto de la neurona huida


En vista del abandono tan cruel que sufrí ayer, y como para compensar ese vacío, he salido en busca de soluciones. La verdad es que no sabía por dónde empezar a buscar un sustituto de la neurona. No tenía ni idea. Tenía que ser algo que fuera tan eficiente como ella, pero con la condición de que sirviera para algo más, una vez recuperada la "perdida". Si es que no puedo ocultar que soy pragmática, muy pragmática.
Y estando en mi tienda de informática, para comprar unos cartuchos de impresora, he tenido una iluminación súbita. No es que haya visto ningún fantasma (aunque de esos hay en abundancia sin tener que sufrir una iluminación), ni se me haya aparecido el espíritu del Gran Manitú. Ha sido algo mucho más prosaico. En realidad, ha sido una aparición light, si se puede decir así. Un cliente que estaba esperando a que lo atendieran antes que a mí, explicaba al dependiente que la tarjeta de su GPS se había averiado y quería consejo sobre su (posible) reparación. Así que he pensado que por qué no preguntar sobre precios de aparatejos de esos, más que nada para guiarme en mi periplo vacacional. Dicho y hecho. El precio me ha parecido razonable y además, no sé si es que estaba escrito, pero me iba a llevar el último ejemplar de GPS de los que había en la tienda.
Después de unas breves explicaciones sobre el manejo del "sustitutoprovisionaldelaneurona", me he ejercitado en casa para explorar un poco más sus posibilidades. Y la verdad es que, aunque reconozco que para los aparatejos electrónicos soy una negada total, me parece asequible a mi incultura en materia de gadgets. Y todo eso sin la neurona, que a estas alturas ya estará rodeada de verde exultante, riachuelos claros, bosques centenarios, y pueblecitos de ensueño...
Aysssss.... cuando la pille...

lunes, 11 de agosto de 2008

Neurona de vacaciones




No sé si es por efecto del calor, del cansancio por no poder dormir debido precisamente al calor, del estado de sopor en el que me encuentro a estas horas, mecida por el run-run del ventilador, por llevar ya de vacaciones ya ni se sabe los días, por esa extraña sensación de caminar por un pueblo fantasma porque en agosto el pueblo cierra por vacaciones, como fuera del tiempo, el caso es que me estoy dando cuenta de que mi neurona no me ha querido esperar y ya se ha ido por su cuenta de vacaciones. Cuando me he querido dar cuenta, ya no estaba. Como si se la hubiera tragado la tierra, o el universo, en uno de sus agujeros negros.

Esto no puede ser. Debería haberme dado alguna explicación, digo yo... No se puede ser tan desconsiderada. Podría haberse esperado al sábado para irnos juntas y al menos darme algo de conversación en el coche... Cachisss! Una simple nota habría bastado. Del tipo: "Oye, que ya me he cansado, que estoy harta de sudar y de no poder descansar por las noches. Que me voy. Ahí te quedas. Nos veremos en el norte dentro de unos días!".

Nada. Absolutamente nada. Cero absoluto. Ya ajustaré cuentas cuando me la tope de frente.

domingo, 10 de agosto de 2008

Aforismo budista


Los budistas que aparte de ser orientales, son muy sabios, escribieron hace ya muuuuucho tiempo las palabras que siguen. Aplíquese a voluntad y sin moderación.


"Procura ser feliz con lo que tienes, no con lo que esperas."

sábado, 9 de agosto de 2008

Tiempos de rebajas...




Como estamos en época de rebajas, vamos a hablar de precios que bajan.. o que suben, depende de cómo lo analicemos. Pero no, no voy a hablar de los ofertas de Zara o similares. Voy a comentar las rebajas que sufren las frutas y verduras de mi verdulería.

Cuando esta mañana me estaba echando a la cesta de la compra unos melocotones (de Cieza, of course) de una pinta apetitosa, me pasaron por la mente varias cuestiones.

A saber... He pagado por ellos 1,59 el kilo, precio que me parece razonable, teniendo en cuenta la carestía de la vida. Debo aclarar que normalmente compro en una tienda de las llamadas "de barrio" y que es pequeña, con clientela fija, básicamente compuesta por gente que vive en el barrio, fiel y mayoritariamente de la llamada tercera edad. Me gusta comprar ahí porque, en general, traen productos autóctonos y de temporada. Es decir que los productores de la comarca negocian con el tendero y llega al consumidor con unos márgenes razonables de beneficio. Pero, me preguntaba yo, qué pasa con esos productos frescos que llegan a las grandes superficies, que en general, arboran unos precios de caerse de culo (de baratos, se entiende). Esos productores no tendrán tanta suerte. Deberán pasar por el aro de las grandes empresas de comercialización, ceder, e incluso perder en la negociación, porque con esa gente es "o me lo vendes o lo dejas estar". Pero no todo es de color de rosa en esas operaciones. Los que se llevan el gato al agua son aquellas explotaciones agrarias de una cierta entidad, que usan y abusan de los pesticidas, que manipulan la producción para que los tomates, por poner un ejemplo, sean todos del mismo calibre, de la misma forma y color. El resultado final deja mucho que desear: insípidos y con aspecto de plástico rojo. Puaj! Francamente, prefiero los que le compro a mi verdulera, que tienen sabor aunque estéticamente se alejen bastante de lo que solemos ver en las grandes superficies.

En el imaginario colectivo, se tiende a pensar que las frutas y las verduras son caras, pero déjemonos de mitos y de leyendas urbanas. Los que los encarecen son precisamente las grandes superficies. Los márgenes de beneficio son escandalosos. Se puede encontrar fácilmente los albaricoques en un Carreful* a seis o siete euros el kilo, que en origen se venden a 1,50€. Esa diferencia es la que los hace insostenibles. Y cada vez se está agrandando esa diferencia.

Me contaba la verdulera que la venta de sus productos ha bajado, no solamente porque estamos en verano, y que la gente se va de vacaciones, sino porque es más fácil tomarse un gazpacho "pret-à-porter", de los que se venden ya hechos (ay! cultura de lo fácil!). De aquí a poco, cuando se le diga a un jovenzuelo que las alcachofas crecen en un árbol, te creerá a pies juntillas.

Y qué hay de aquello de consumir 5 raciones de fruta y verdura al día? Es muy bueno para la salud, de eso no hay duda. Pero no lo es tanto para el bolsillo o mejor dicho, para el monedero de una familia con ingresos modestos; esa campaña de marketing es una broma de mal gusto. Para aquellos que se tragaron literalmente el euro como moneda europea, era de prever que todo se redondeara al alza. Se han enriquecido unos pocos, y los demás, los de siempre, a apretarnos el cinturón. Ay, si los sueldos hubieran subido también en esa proporción! Y puestos a quejarnos, que para eso hoy estoy en pie de guerra, habría que preguntarse también por los precios del pan, de la leche, de los combustibles, del gas, de los servicios... Pero por otro lado, si comparamos el precio de las frutas y verduras con otros alimentos (léase pescado, carnes...) aún nos podemos dar con un canto en los dientes. Porque si uno no consume manzanas o melón, se tendrá que alimentar de otras cosas, digo yo. A cuánto el kilo? 3, 4 euros?

Lo dicho. Estoy deseando tener mi huertecito de patatas y tomates bio. Eso sí, para mi consumo personal. No estoy dispuesta a pasar por el aro de ningún especulador alimentario.

viernes, 8 de agosto de 2008

Sorpresa en los huevos Kinder...







La noticia de hoy dia ocho del ocho del dos mil ocho no es, ni mucho menos, la ceremonia de apertura de los Juegos olímpicos de Pekín. Nada de eso, querido lector. La noticia del día es una que me ha dejado patidifusa. Y tiene que ver con ese huevecito de chocolate que encierra en su interior un juguetito que ha alegrado a generaciones de niños en sus treinta y cuatro años de existencia. Y es que el chocolatito de marras está en peligro de extinción, al menos en Alemania.
Al parecer, la presidenta de la comisión para la infancia del Bundestag acaba de denunciar el "peligro que representa el tamaño de los juguetes cuando se combinan con un alimento". Lo que no se menciona es la incidencia en cuanto a "accidentes" censados de casos de niños que se han zampado el huevo y la figurita. Los de Ferrero están que se cagan pantalón abajo. Cágate, lorito! Y nunca mejor dicho. Y es que, si, como imagino, el lector es uno de esos millones de adultos (oye, que no solamente los niños lo comen) que lo han degustado, sabrá que el juguete en cuestión está separado del chocolate por una especie de cápsula. Los ovokindersorpresófilos están que trinan. Al parecer las autoridades germanas no van a prohibir de momento la venta de los huevos, pero ya se sabe, cuando el río suena, las leyes se ponen en marcha.

Y ya se están moviendo los internautas en la red para "salvar el Kinder Sorpresa"...

Ya digo que me he quedado sin palabras. Porque qué pasa entonces con el aluminio que recubre el dulce? De entrada, se pela muy mal, con dificultad, se parte en docenas de pequeños trozos. Es un coñazo. Porque eso sí podría ser nocivo para los críos que se echan cualquier cosa a la boca. Y la famosa cápsula? Anda que no cuesta abrirla! Y cuando ya la paciencia se nos está agotando, optamos por presionarla con fuerza, y jeje, sale disparada a cien por hora a varios metros de distancia. Peligrosísimo! De todas formas, el chocolate es malo para la salud. Los niños se convierten en obesos. Lo dicho, hay que prohibir no solamente el chocolate, el papel de alumnio, los juguetes y todo lo que puede servir de juguete. Definitivamente, lo que hay que prohibir son los niños! Ni más ni menos!
Lo que más me alucina es ese constante ir más allá en la protección de los infantes, por parte de políticos que más que trabajar por el bien de la sociedad, se detienen en buscarle siete pies al gato. Eso se llama manipulación lisa y llanamente. Realmente, en nuestra sociedad, hay cosas peores que el chocolate... Seamos honestos, hay problemas más serios reclamando atención: el paro, por ejemplo, por nombrar uno de los que más acucian al ciudadano de a pie.

"Kinder sind nicht doof !" Lo que significa que los niños no son idiotas. Acaso esta señora se imagina que los nenes son lo bastante tontos que van a confundir el continente y el contenido? Definitivamente estoy plenamente de acuerdo con Einstein que afirmaba que la gilipollez humana no tenía límites.

jueves, 7 de agosto de 2008

Los placeres pequeños




En unos tiempos convulsos que nos han tocado vivir, y ahora que empieza a extenderse la filosofía, exportada por los italianos, del slow food, traigo a colación algo que está de alguna manera relacionada con esa buena costumbre de pararse un instante en el fragor de la vida que urge vivir y respirar hondo, con toda la capacidad de los pulmones.


Esto viene a colación porque he vuelto a leer un librito que ya saboreé hace tiempo. Se trata de un maravilloso recorrido por sensaciones breves pero no por ello menos satisfactorias. Esas pequeñas cosas que nos hacen sentirnos bien con nosotros mismos, vivos y felices de estarlo, que nos reconcilian con esos pequeños actos de la vida cotidiana y a los que prestamos relativamente poca atención, precisamente porque son (aparentemente) anodinos.

Se trata de "El primer trago de cerveza... y otros placeres minúsculos" de Philippe Delerm (La première gorgée de bière et autres plaisir minuscules". No exagero si afirmo que la lectura misma de estos 34 placeres evocados por el autor sería el trigesimocuarto. Es una serie de pequeñas reflexiones sobre los placeres simples de la vida. Esos momentos puros de felicidad. Al hilo de esos treintaytantos episodios, el escritor pone el acento, no sin cierta nostalgia, sobre los actos cotidianos, gestos que se han convertido en actos mecánicos... Los recuerdos de infancia afloran como por arte de magia, protagonizados por elementos heterogeneos: guisantes, pasteles árabes, un Banana Split y por supuesto el trago de cerveza del título, que tiene un sabor especial. Con estilo directo, breve incluso, la descripción no se extiende más allá de dos páginas, pero es ampliamente suficiente.

De igual forma, el autor juega con los recuerdos. Es también para el lector un ejercicio de recuerdo de sus propios recuerdos. Ay! La magdalena de Proust... Pero no solamente es un libro que apela a las sensaciones gustativas. Las hay también olfativas. Situaciones en las que los olores juegan un papel fundamental, que huelen a pasado, quietud y despreocupación. Fronteras éstas que delimitan la infancia de la edad de las responsabilidades. Aromas de confituras de manzanas...

Recomiendo vivamente leer este librito en pequeños trozos. Sería un sacrilegio leerlo de una sentada. Se trata básicamente de hacerlo durar lo más posible, como aquellos postres favoritos de cuando éramos niños, que saboreábamos poquito a poquito para que duraran más. Recomiendo también no seguir el orden correlativo de los episodios. Conviene extraerlos al azar. Confíe en su intuición y abra el libro por una página cualquiera y comience a leer...

Entran en el juego de la lectura los sentidos y la nostalgia. He recomendado este libro entre mis conocidos, mis amigos de la carrera, sobre todo en su versión francesa, pero para aquellos que no dominen la lengua de Molière, tengo una buena noticia. Existe una excelente traducción al español a su disposición. Y además, recomiendo que una vez leído, vuelvan a releerlo. Siempre les sacarán más jugo.

Por supuesto que se podrían añadir muchos placeres más a esta ya de por sí exhaustiva colección de momentos únicos. Yo le sumaría unas cuantas más: una sonrisa dada/recibida a un/a desconocido/a que nos tomamos como un regalo inesperado, el secreto de un niño contado en la oreja, el beso del enamorado que no esperábamos... esos pequeños hechos que no son materiales pero que nos parecen también catalogables.

Deja que el libro te hable, te evoque ESA situación en la que te veas reflejado totalmente, en la que te sientas protagonista de la misma. Como si el autor hubiera pensado en ti expresamente para escribirla... Y además, procede que cada cual añada de una forma muy personal todas aquellas cosas que para él/ella signifique también un placer particular.

Espero que puedas degustar este libro con el mismo placer íntimo que cada una de esas situaciones.

A tu salud!

miércoles, 6 de agosto de 2008

Sería yo una buena heroína de pelis románticas?

Unos golpes bastante fuertes me sacan súbitamente de mi sueño. Maldita sea! Ni siquiera en agosto descansan los albañiles de la obra de al lado? Esto va a ser que se han enterado de que estoy de vacaciones y de esta guisa se empeñan en mostrarme su envidia cochina dando mamporrazos a troche y moche a un metro escaso de mi cabeza... Jesús, qué cruz! Son algo más de las siete y media. Re-maldita sea!
Bueno, tomémosle por su lado positivo: así tengo más de tiempo para hacer las mil y una cosas que que me toca hoy y que he ido aplazando por una razón u otra, esperando un día de asueto, que bien puede ser perfectamente hoy. Me levanto trabajosamente de la cama. He dormido bien, pero tampoco me habría importado hacerlo un par de horitas más. Me dirijo al baño. Sin mirarme siquiera al espejo, me siento mecánicamente en el water, con los ojos todavía cerrados. Y eso que he encendido la luz! Es lo que tiene levantarse sola. Que tiene algunos inconvenientes (haber dormido sola) pero muchas, muchas ventajas. No tengo que aparecer como esas heroínas de películas y telenovelas románticas encantadoras, bien maquilladas, perfectamente compuestas. Y de pronto, abro los ojos y me miro fijamente en el espejo que me devuelve una imagen desastrosa de mí misma. Tengo todavía una pizca de baba en la comisura de los labios, una legaña en el ojo izquierdo y una cresta de pelos revueltos, cual indio sioux. Ni pizca de glamour, ni por asomo.
Dios! Cómo lo hacen ellas? Acaso en la panoplia de heroína, aparte del chulazo musculoso te entra también en el lote el maquillador que te va retocando en cada una de las escenas de la noche de amor tórrido? Debe ser eso, porque yo, por la mañana, y sobre todo recién levantada, tengo una de esas pintas... que mejor que no haya ningún espectador. Y sobre todo, no me iría a la cama sin desmaquillar, ni loca...

Mientras vuelvo a la habitación, abro la ventana y estiro las sábanas, me viene a la mente otra de esas escenas clásicas, en la cual la heroína, se levanta de la cama con la sábana enrollada alrededor del cuerpo, para no dejar ver su desnudez y se dirige al baño. Vaya gilipollez supina. Si has hecho despliegue de carne durante toda la noche con el chulazo, y viceversa, qué sentido tiene que te lleves la sábana al baño? Un simple albornoz solucionaría el tema, y no dejaría el adonis a merced de los corrientes de aire que pueden llevarle fácilmente a uno de esos resfriados tracioneros. Bueno, en mi caso, como tengo edredón en invierno sería un poco más difícil porque el bulto sería de idem, así que ni me lo plantearía. Si me voy al baño llevándome el edredón, el chico aullaría amargamente, el pobre...

Y volviendo sobre la torrida noche entre dos amantes, recuerdo que en más de una escena ambos dos se retuercen de pasión, comiéndose a besos, pero... la chica ni se quita el sujetador...Entre esto y lo de la sábana, lo mismo la próxima moda consiste en ponerse una combinación de astronauta...

Seguiré otro día. Me toca poner la lavadora y darle una pasada de limpieza a la cocina. Oye, y... las heroínas limpian sus apartamentos? O tienen quien se lo haga? Bueno, si tienen maquillador a domicilio, es muy probable que tengan chacha.

martes, 5 de agosto de 2008

La lettre (la carta)

Lara Fabian

La lettre ( 2005)

http://es.youtube.com/watch?v=DDrW2LpdbhU

Ecris-moi une lettre de rupture
En m'expliquant toutes les raisons
Qui t'ont fait t'évanouir dans la nature
Qui m'font mélanger toutes les saisons
Choisis bien tes mots, choisis les justes
Comme un artisan prend
Son temps quand il ajuste

Ecris-moi une lettre de rupture
Envois-moi seulement le brouillon
Promis j'vais rien chercher dans tes ratures
Ecris-moi une lettre au crayon
Ecris-moi comme on écrit la musique
Sacrifies-moi aux dieux
Des amours amnésiques

{Refrain:}

Même si partir quand l'autre reste
Ça fait du mal aux sentiments
Ça peut quand même faire un beau geste
Sauf si bien sûr l'un des deux ment

Ecris-moi une lettre de rupture
Comme quand on s'laissait des mots à la maison
Je noterai pas les fautes d'écriture
J'verrai pas les fautes de liaisons
Et j'irai bien les chercher moi-même
Si j'n'étais pas si sûre
Pas si sûre que je t'aime

{au Refrain}

Pour nous toujours, pour nous peut-être
Comme laisser mes illusions
Quand tu me l'écrieras cette lettre
Ne signes pas ou d'un faux nom

Refrain}

Ecris-moi une lettre de rupture
En m'expliquant toutes les raisons
Qui t'ont fait t'évanouir…

lunes, 4 de agosto de 2008

Marchando una de orden

En cuestión de orden, tengo una cierta ambivalencia que me haría parecer de alguna manera una especie de Doctor Jeckill... pero no, no hay necesidad de despliegue de tubos de ensayo ni probetas...

Me explico: en la vida tengo grandes cualidad y también grandes defectos, como cualquier hijo de vecino, pero en la casa tengo tendencia opuestas en cuanto al orden se refiere. Puedo hacer gala de dejadez extrema o me puede dar por el orden obsesivo. Y este ir y venir por la escala del equilibrio puede variar merced a factores muy dispares. De esta forma, hay veces que llego a casa del trabajo y dejo el abrigo de cualquier manera encima del sofá, las llaves pueden llegar a caer al suelo del impulso (bueno, me consuelo pensando que de ahí no pasan) porque a las tres menos algo de la tarde, llego hambrienta y las más de las veces con unas ganas tremendas de hacer pis (hay mañanas, como las de los lunes que me llevan a mal traer por falta de tiempo para todo) y una hambre que para qué contar. Y mientras pongo la cazuela del guiso en el microondas, estoy con la otra mano deshaciendo las cordoneras de los zapatos, y llevo el correo recién recogido del buzón entre los dientes. Pero por otro lado, me puede dar un síncope porque alguien ha dejado el bolígrafo encima de la mesita del teléfono en vez de dentro del portalápices que supuestamente es su destino original. Afortunadamente, estos periodos de dejar las cosas de cualquier manera duran relativamente poco tiempo.

De hecho, si duraran más, me sería difícil hasta para mí misma encontrar cosas en mi propia casa. He compartido casa en numerosas ocasiones y si no hubiera sacado mi vena histerico-obsesiva-compulsiva para mantener un cierto orden, uno se hubiera creído en un mercadillo del Rastro madrileño o en Les Puces de Saint Ouen en Paris. Hay gente que se muestra indiferente por que el cuadro reproducción de una obra maestra del flamenco (el de Holanda, no el de Camarón) esté desestabilizado un par de centímetros hacia la izquierda (o la derecha, que tanto da) y que en un cenicero yazca sin vida la colilla de un cigarrillo, pero para mí es todo un drama estético. Simplemente no lo soporto. No, no soy familia directa de Monk, pero me cuesta concentrarme en una peli en la tele o una conversación con amigos si el cuadro está de aquella manera, mirándome por encima del hombro de mi invitado. No tiene feng-shui. No es zen. Y cuando el ying no está equilibrado, me desestabilizo. Y tengo que ponerlo bien.

Pero tengo mis zonas "agujeros negros" en donde el caos es talmente el que Hawkings retrata en su último libro. Una de esas zonas de peligro permanente es mi despacho. De hecho, le tengo terminantemente prohibida la entrada a la chica de la limpieza. A lo sumo, puede pasar la escoba o la fregona, o ambas dos cosas por el suelo, pero nada más. Se me amontonan en una mesa de camilla que tengo junto a la ventana copias de exámenes del último trimestre (estoy en el ecuador de mis vacaciones estivales), prendas de ropa pendientes de remiendar (ya encontraré un rato, lo prometo), folletos turísticos de mi próximo viaje a Asturias, revistas todavía sin leer (a ver si poniéndolas en la mesita, me animo a su lectura), material pedagógico para revisar y ordenar en los archivadores ad-hoc, negativos de fotos para escanear (titánica misión esta de pasar al ordenador todas las fotos hechas en los últimos treinta años)... Y la mesa de despacho es todavía más caótica, me temo. Ya casi no me queda espacio que deje constancia del color amarillo de la chapa de la tapa. Y eso que me juré, tal Escarlata O'Hara, que no iba a dejar que los papeles me invadieran, pero... qué queréis que os diga... es francamente tarea imposible. De vez en cuando hago zafarrancho de combate y después de un par de horas de ordenar papeles, se queda todo niquel... hasta el siguiente caos del universo de mi despacho.

La foto no es muy representativa ya que es de cuando estaba recién mudada y bueno, el caos estaba de camino. Yo llegué con el coche mucho más rápido. Luego llegó él y claro...

Básicamente, mi concepto de orden emana de mi propio instinto de supervivencia, es algo puramente práctico. A ver, que tampoco soy de los que colocan los libros por orden alfabético de autores. Eso se lo reservo a los psicópatas estilo Seven. Yo los pongo por tamaño, que es más... práctico, como iba diciendo. Claro que hay que diferenciar los que son grandes, y encima son gruesos, porque si son grandes y finos, van colocados de otra forma... Estoy de coña, claro. De hecho, con respecto a los libros, la gran mayoría duermen el sueño de los justos en sus cajas de cartón que no he desembalado todavía, ni sé cuándo será el feliz acontecimiento. Ya veremos.

Aprovechando la coyuntura, creo que me voy a hacer adicta al minimalismo decorativo. Esto es, que cuantas menos cosas tenga en mi piso, menos desorden resultará de mis comportamientos polarizados. Definitivamente, esa es la solución. No hay más que hablar. Bueno, quiero dejar claro que esa máxima no se impondrá de ninguna de las maneras en el último reducto del imperio del caos: el despacho. Milmariposas dixit!

domingo, 3 de agosto de 2008

El síndrome de la mujer invisible

El siguiente post lo escribí en la fecha mencionada. Lo tenía en mi anterior blog y de pronto, cosas ocurridas en este último finde me han hecho recordarlo. Sigue muy vigente, lo que escribo y lo que siento.

14 marzo
El síndrome de la mujer invisible

Hace algunos años, Manuel Vicent comentaba en una entrevista que a partir de los cincuenta los hombres se vuelven invisibles a los ojos de las mujeres. No es que les miren mal, decía, es que ni siquiera los ven. Hay bastante de cierto en esta afirmación, pero me gustaría añadir al hilo de lo que se trata en la película de Gerardo Herrero "La mujer invisible", que también nos ocurre a las mujeres que hemos pasado de los cuarenta.

No es que los hombres nos miren mal, es que ni siquiera existimos para ellos. Los que son de nuestra edad, y quizás guiados por un afán de recuperar el tiempo perdido (si es que ello es posible) y/o detenerlo de alguna forma, se deleitan (y en muchos casos, pasan a cortejarlas) admirando a las jovencitas, esas que están empezando a vivir, las que llevan menos ropa que Tarzán y menos vergüenza que la que demostró Zaplana vociferando aquello de que él estaba en política para forrarse.

Los jovencitos, o al menos más jóvenes que yo, digamos que nos ven, pero les suscitamos dos reacciones bien diferentes. O nos miran como si fuésemos alguna tía madura y respetable de la familia y nos observan con un respeto casi litúrgico... O bien nos miran con ojos libidinosos porque ven en nosostras a maduras desesperadas (sí, esas que Jolibú nos ha intentando meter por los ojos). Pero en general, una mujer mayor que ellos, digamos unos diez años más que ellos, con experiencia de la vida, con un cuerpo ya formado (y a veces algo deformado) les tira p'atrás, porque en determinadas circunstancias, pondría en evidencia su inexperiencia, su falta de autoestima, su maltrecho ego (la mayoría de los jovenzuelos actuales son así, me temo) y claro, delatar defectos frente a una mujer es una de las cosas que no deben hacerse nunca, nunca, nunca (como si en ello les fuera la vida).

Anoche mismo, después de una comida de fin de trimestre con colegas del insti, bastante regada por cierto, pude comprobar en carne propia esta teoría. Después de salir del restaurante, decidimos ir a tomar una copa a un disco-pub ruidoso y algo ahumado. Yo me mantuve algo a distancia (siempre he tenido alma de voyeur), ron con cocacola en mano, pero siguiendo el cachondeo imperante. Se me acerca un compañero de trabajo. Me dijo así, de sopetón, que las mujeres maduras tienen su aquél, y que yo le daba mucho morbo... Hombre, así en frío, con un chaval (me confesó que tenía 33 años; sí, los de Cristo, que se suele decir) con el que me cruzo muy brevemente por los pasillos del insti y con el que no me he intercambiado más de media docena de palabras en seis meses, confieso que me quedé un poco a cuadros escoceses. En su favor, diré que los efluvios alcohólicos le adornaban el rostro y le impedían coordinar la neurona que todavía estaba de guardia en su cerebro. En su contra, que antes de a mí, había estado intentando camelarse a más de la mitad de chicas que allí había congregadas. Desde la barra/barrera, las cosas se ven muy bien, ya lo dice el dicho. Y claro, había estado observando a los allí presentes, y él no era una excepción. Era poco menos que patético. Estaba sediendo de sexo y no sentía, merced a unos cuantos cubatas, rubor alguno en insinuarse a cuanta fémina se le pusiera a tiro. Le quité amablemente el brazo de mi cuello, y le dije que no estaba tan desesperada como para irme al catre con el primer gigoló que me lo propusiera.

En la media hora siguiente, se dedicó a mendigar atención a la otra mitad de las chicas a las que no había intentado todavía meter mano.

En fin, lo que hay que ver. Prefiero seguir invisible, al menos de momento para estos trotes...