domingo, 31 de agosto de 2008

Viaje a Asturias - Crónica del 17 de agosto


















Amanezco en una casita de las de cuentos de Andersen. Desde su puerta de entrada, se divisa una porción de valle. Estoy en pleno corazón del Parque de Redes. El pueblecito se llama Ladines.


Una espesa bruma lo envuelve todo allá enfrente. Pero se adivina una frondosa vegetación y una profusión de verde en diferentes tonalidades. Me sentí extasiada a mi llegada ayer tarde y todavía me duran los efectos de la impresión. De hecho, nada más aparcar y salir del coche, me dirigí a un grupito de gente que charlaba animadamente en la placita del pueblo y les dije, después de saludar con una sonrisa de oreja a oreja: "Pensé que el paraíso no existía, pero acabo de encontrarlo". Sólo he echado un rápido vistazo al pueblo; verlo con detenimiento lo dejaré para un momento de dedicación en exclusiva para salorearlo palmo a palmo, llenarme las retinas con cada detalle, cada piedra, cada recodo y sobre todo dejarme envolver por la quietud que rezuma de cada esquina. Me ha sorprendido mucho la solidaridad y amabilidad de la gente con la que me he cruzado en las calles. Habitantes del pueblo, curiosos de saber quién y de dónde es el visitante.

No hay comentarios: