viernes, 29 de agosto de 2008

Volver, volver...

El regreso.

Sí, ya he regresado a "casa", como se suele decir. Ha sido largo y todavía me dura el cansancio aunque afortunadamente llego con las pilas cargadas. Tras más de cinco horas y media de interminables paisajes, carreteras, paneles de simbología carreteril a veces indescifrable, y coches adelantándome (jeje, todos terminan por adelantarme... sí, sí, ya sé que dije que no soy Fernando Alonso, y lo suelo cumplir) para finalmente volver al punto de partida.

Hay en cada regreso un punto en común no exento de simbología. Volvemos siempre a nuestro punto de partida, como el asesino vuelve siempre al lugar de su crimen, como si no hubiera más opción que esa. Da igual que la ausencia haya sido de un finde, una semana, seis meses o quince años. Nunca seremos los mismos que cuando decidimos irnos. Hay cambios sutiles, casi imperceptibles en los viajes breves en tiempo. Luego están aquellos que cantaba Carlos Gardel en su celebérrimo tango "Volver", en el que "las nieves del tiempo platearon mi sien".

Volvemos, al sitio que sea, como si quisiéramos recordarnos permanentemente nuestros orígenes, como temiendo un ataque repentino del Doctor Aloïs (Alzheimer, of course). Emana de cada regreso un deseo intrínseco de recuperar algo perdido, que desgraciadamente (a veces) nunca conseguiremos tener de nuevo. No es que se me haya despistado nada en el viaje, conste. Al contrario, como siempre he traido en el equipaje algunas cosas más de las que me llevé. Ya haré un exhaustivo recuento en crónicas posteriores, merced al diario de viaje que he llevado puntualmente.

Estaba recordando aquella película con un John Voight impagable y una enternecedora Jane Fonda, llamada precisamente"El regreso". Sí, definitivamente, cada regreso es un comenzar de nuevo algo, una nueva etapa en la vida. En mi caso, esa etapa se llama curso escolar y se apellida primer trimestre. En otros muchísimos casos, se llamará vuelta a la fábrica, a la oficina, a las tareas del hogar, al parque para compartir horas con los demás jubilados, al bufete de abogado para pedir un divorcio que ya era inevitable... Pero todo será como un nuevo comienzo.

Ya me estoy poniendo pesada. Bueno, lo dicho, que tú también hayas tenido un feliz regreso, y ya, a partir de mañana comienzo las crónicas de un (pequeño) viaje a Asturias. El de Ávila, me lo estoy pensando...

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