domingo, 15 de marzo de 2009

Ser o no ser (Internet) y tener o no tener (Feisbuc)

Hay que ver lo que con un simple par de clicks se puede conseguir. Tanto, tanto, que Internet, y más concretamente Facebook te dirán más de ti o de tu portera, o de tu carnicero que cualquier detective tradicional. Y de esto precisamente es de lo que se quejan los émulos de James Bond. Así que como bien dice el dicho, "si no puedes con tu enemigo, únete a él". Y eso es lo que han hecho los detectives. Han arriconado las lupas y las viejas cámaras de fotos y se han arremangado frente a la pantalla del ordenador.

Y es que algo así como el 95% de nuestras informaciones personales ya están en Internet. Obviamente, no en plan escaparate, pero alguien con unos pocos conocimientos de informática avanzada podría obtenerlos sin demasiados problemas. Lo cual no deja de ser altamente inquietante. Se pueden conocer los datos personales del mandamás de cualquier empresa, se puede identificar un número de teléfono llamando al nuestro con sólo teclear ese número en varias webs de "guía telefónica inversa". Tampoco hay que hacer interminables colas para saber los datos de un inmueble en el que uno esté interesado. Que te interesa leer el BOE en todas sus formas autonómicas...? Pues nada, a teclear la dirección y en menos de un segundo, lo tienes todo, todo y todo, que diría la niña del anuncio. Todo (o casi) está en la red de redes. Si a eso le añadimos un buen GPS en una mano (el modelo "Tracking", para seguir a esposos/as infieles) y el IPhone en la otra, sería bastante improbable que a los detectives se les escapara algún detalle, por nimio que éste sea.

Así que la ecuación sería que quien no está de alguna forma en Internet, no existe. Yo existo también, conste, y desde hace unos meses, también tengo un perfil en el "Feisbuc". De hecho, cuando empiezan a buscar a alguien, los detectives consultan en primer lugar el "Feisbuc". Es el primer paso. Ahí, la gran mayoría de la gente cuenta de alguna manera su vida. Y lo realmente extraordinario es que la gente (al menos, la que yo conozco) no miente. Sus datos son muy exactos. Y además, la gran mayoría, entre los cuales me incluyo, expone fotos de momentos más o menos personales. El quid de la cuestión sería tener cuidadín con quien acepta uno. No basta con que fulanito o menganita sea amigo de un amigo de un amigo. Con un poco de sentido común, se puede salvaguardar la privacidad deseada. Y sobre todo no porque un tipo con pintas de Brad Pitt (o de Angelina Jolie, por poner un ejemplo de cada sexo) y un curriculum de ensueño nos pida ser amigo nuestro, lo vamos a incluimos en nuestra intimidad.

Un par de libritos a tener muy en cuenta sobre las redes sociales y escritos por Kevin Mitnick "The art of deception" y "The art of intrusion" (están traducidos al español). Son divertidos, didácticos e instructivos (si no se lo toma uno muy a la tremenda).

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