sábado, 18 de septiembre de 2010

La mochila se ha quedado huérfana


Pues no sé vosotros qué pensaréis, pero a mí me ha entrado una gran tristeza al saber que se nos ha ido este gran hombre.
De adolescente, mis ídolos musicales pasaban por Paco Ibañez, Víctor Jara y José Antonio Labordeta. En el caso de los cantautores españoles, representaban el incipiente y valiente ala contestataria de un franquismo agonizante. Los que escuchábamos sus canciones vivíamos con el anhelo constante de un cambio en las realidades cotidianas, y eso que yo había vuelto en las postrimerías light de la dictadura, pero aún así sentía que me ahogaba el ambiente cotidiano represor de las más elementales libertades. De hecho recuerdo muy nítidamente aquel sábado en que la guardia civil irrumpió en el local donde los más revolucionarios, jóvenes y no tanto, del pueblo nos juntábamos a charlar, a tomar una merienda en un ambiente libre, distendido y alegre. No solamente nos echaron de allí con malos modos y algún que otro porrazo sino que nos clausuraron el local. Recuerdo, para aquellos que nacieron ya en democracia, que en aquella época no era legal estar más de equis personas juntas, ya fuera en la calle (no existía el derecho de manifestación) o en locales cerrados. Y para alguien que se había criado en una democracia muy asentada en donde las libertades individuales o colectivas ni siquieras eran puestas en duda, me chocaba profundamente no vivirlas de manera natural; de ahí mi instinto contestatario y revolucionario.
Recuerdo también aquellas tardes escuchando los discos (de vinilo, traidos precisamente de Francia, como omuchísimas otras cosas prohibidas en estos pagos) de estos cantautores memorizando y cantando las letras que reclamaban libertad. Se me ponen los pelos como escarpias cuando recuerdo aquel Canto a la libertad... "habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad..." Una maravilla... un himno honesto y reivindicativo de todos los que pensamos que cualquier represión es un acto de injusticia sinsentido y cobarde.
Posteriormente, seguí atentamente sus andanzas por rincones de nuestro país y ahora que el destino me ha traido a tierras aragonesas, yo también me siento un poco huérfana de este político que supo poner a caldo a los diputados más absurdos con sus "A la mierda!".
D.E.P.

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