lunes, 5 de abril de 2010

El principio del fin de algo gordo

Día sí, día también nos vuelven a descubrir los medios de comunicación los abusos cometidos por clérigos de la iglesia católica en numerosos puntos del planeta. Hasta ahora, me había contenido de formular cualquier comentario al respecto, pero consciente de que esto no iba a terminar muy bien, he decidido escribir unas cuantas reflexiones al respecto... Y la gota que ha colmado el vaso de mi tolerancia verbal ha sido que precisamente en estas fiestas de Semana Santa, y cuando el asunto se está saliendo de madre, el Vaticano ha cerrado filas en torno a Ratzinger en los asuntos de pedofilia. Y es que este hombre, simpre ha barrido debajo de la alfombra esos temas que para él son minucias comparadas con el tema del aborto, del sida en África o la ciencia, por poner sólo tres asuntos polémicos con respecto al tratamiento que les dan desde la Santa Sede.

Apartar la vista. Eso es algo que suelen hacer sin el más mínimo cargo de conciencia, si es que estas gentes tiene conciencia (claro, que ellos tienen la confesión y el perdón!). Y es que el papa se ha referido en su alocución habitual de ayer domingo "orbi et urbi" SÓLO a los conflictos que le son totalmente ajenos; es decir a África y Oriente Medio.

Como decía al empezar este post, desde hace varios meses, la iglesia católica se ha visto salpicada por una escalada de escándalos, destapados en Europa (Alemania, Austria, España, Irlanda...). Lo irónico del tema es que desde su imponente balcón, frente a la plaza San Pedro, Ratzinger ha dicho que "frente a una crisis profunda, la humanidad necesita una conversión espiritual y moral", así como "cambios profundos, empezando por los de la conciencia". Pero ha eludido "conscientemente" los escándalos entre sus curas. Sólo ha hecho un llamamiento a la paz, especialmente en Oriente Medio, y en países africanos. Y todo esto sin despeinarse su tupé "inmaculado".

Sin duda alguna, ésta ha sido una Pascua especialmente complicada para los moradores del Vaticano. Un auténtico "via crucis", diría. La guinda del pastel de la polémica la ha puesto hace unos pocos días un predicador vaticano al hacer un símil entre las acusaciones de pedofilia y los ataques directos al papa y el antisemitismo. Rápidamente, el Vaticano se ha desligado de esas polémicas afirmaciones, afirmando que se trataba sólo de opiniones personales. Ahí queda eso. Si es que son campeones en caos organizado, estos tíos de faldas con inclinaciones efébicas...

Y aquí empiezan mis reflexiones...

Tierra llamando a la cordura, tierra llamando a la sensatez!!! Que nos llegue pronto una nueva era con sus cambios! Los abusos de poder (la pedofilia lo es muy claramente) tienen los días contados. Las bases sobre las que se asientan los sacrosantos fundamentos de la iglesia católica con su papa a la cabeza están en franco declive. El anacronismo se hará más y más evidente ya que es de dominio público que llevar una vida sexual y afectiva sana, hace que la testosterona esté calmada. Los poderes fundados en el miedo y la manipulación mental han llegado a donde tenían que llegar. El ser humano (y por extensión, los que han hecho voto de castidad; rota muchas veces) necesita aceptarse y no mortificarse. La gran limpieza de primavera del planeta ha comenzado. Esto ya no tiene vuelta de hoja. El tiempo de los malabarismos mentales ha terminado. Viva la vida, que dirían los Coldplay...

Y es que la iglesia católica no se sirve de estos problemas para hacer examen de conciencia (la conciencia, de nuevo!), reflexionar y plantear nuevos caminos, sino para (de la misma forma que lo haría un niño inmaduro) ahogar y diluir sus propios errores. Pero lo más grave no es que se cometan estos delitos (que de por sí ya es muy grave) sino que los curas pedófilos hayan sido encubiertos, trasladados, protegidos por una jerarquía que niega sistemáticamente el delito y mira hacia otro lado con el fin de que el escándalo no desluzca la imagen de la sacrosanta iglesia... Y esto no puede más que conseguir el efecto contrario del deseado. El hecho de hacerse públicos estos escándalos de pedofilia conseguirá finalmente acabar con la ya de por sí escasa credibilidad de la institución. Pero el colmo del cinismo más salvaje es cuando se lamentan, se dicen perseguidos y se declaran ellos mismos "víctimas". La hipocresía se paga siempre y a veces muy cara. Y esto es de una indecencia intolerable.

Y es que esto no puede, no debe, terminar muy bien. Vaticino a la iglesia católica, tal y como la conocemos hoy, un futuro próximo no muy halagüeño. Y si no, al tiempo...

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