jueves, 19 de febrero de 2009

La historia se repite (si es que no aprendemos)

Hace unos días, el mundo financiero del mundo mundial se despertaba (de nuevo; y no acabamos de vivir al borde del infarto) con un nuevo (nuevo?) escándalo. En la Tejas de Bush, se ha armado la gorda al irrumpir los policías en la sede principal de la Stanford Financial Group en Houston (tenemos un problema?). Su propietario, un tipo supermillonario llamado Standord, y que a día de hoy está en paradero desconocido (probablemente tostándose al sol, en una playa paradisiaca de por esos mundos de dios) ha sido formalmente acusado de fraude por el todopoderoso FBI y por la comisión estatal financiera que ya ha dado orden de congelar sus cuentas. Se le acusa (y tras el caso Madoff, este parece ser un calco del mismo) de timar a miles de personas que en sud invirtieron fondos por valor de más de ocho mil millones de dólares. Glups y reglups... Es que no me puedo imaginar siquiera todo ese dinero junto... Y es que el desaparecido les prometió que conseguirían unos rendimientos muy superiores a lo habitual. En realidad, y como ya he apuntado antes, se trata de un sistema piramidal de los de toda la vida en el cual los nuevos inversores pagaban los intereses de sus predecesores. El susodicho Stanford dijo que el dinero se encontraba en una banca situada en un paraíso fiscal como no podría ser de otro modo; concretamente en la isla de Antigua, en pleno Caribe. Otra cosa es que realmente se encuentre allí. De hecho la comisión de investigación considera que es muy improbable, casi imposible. Y es que la gente no escarmienta. El dicho aquél que reza: "no se atan perros con longanizas" es una vez más muy cierto. El tipo en cuestión ofrecía a los incautos inversores intereses para sus depósitos del orden del 8 al 10%... Esta entidad de timo fino dispone al parecer (o al menos hasta que el cabeza visible se puso en el punto de mira del FBI) de 30 sucursales sólo en Estados-Unidos y más de 30.000 clientes. El minúsculo aeropuesto de Antigua está recibiendo más visitantes que nunca dispuestos a recuperar lo invertido, si es que es cierto que esté allí. Cada cliente había invertido una media de 100000 dólares, que no es moco de pavo. El banco en cuestión se está haciendo el sueco y ha decretado una suspensión de todos los reintegros durante los dos próximos meses. Para ver de poner algo de orden en estos desaguisados, se han puesto las pilas más de 5000 abogados de 35 despachos de abogados de nuestra capital del reino para defender en sus pleitos a más de 3 millones de personas víctimas de fraudes del anteriormente citado Madoff.

Y es que el mundo de la pasta gansa está pasando sus horas más bajas. No hace tanto, recuerdo que un trabajador (Jérôme Kerviel) de uno de los bancos más importantes de nuestra vecina Francia era detenido por haber "timado" unos chorrocientos millones de euros (Société Générale). Poco tiempo después, el gobierno francés salía al socorro de este banco que si no hubiera recibido esas "tiritas" en forma de millones, hoy no existiría. El gobierno británico no le va tampoco a la zaga salvando el culo a los banqueros que se han excedido en otorgar a la ligera créditos sin ningún pudor a cualquiera que traspasara las puertas de sus oficinas.

Y es que los tipos de interés de un 8 ó 10% eran realmente increíbles, teniendo en cuenta que el ritmo de la bolsa mundial sólo aumentaba de un 4%. Y eso en periodos de crecimiento y de bonanza de los mercados. El Madoff y el tejano sólo timaron a los más cándidos o los más ciegos. Repito, nadie da duros a pesetas. No cabe lamentarse y llorar por estos "pobres" incautos. Han sido timadas con todas las de la ley por su avaricia y su soberbia. Son unas pobres víctimas de ellas mismas. Intuyo que la gran mayoría sabía que aquello no podía ser muy legal, teniendo en cuenta la evolución del mercado de valores. Y por ello, no les tengo ninguna lástima. Esta historia es como una fábula: el que mucho abarca poco aprieta. Y también: la avaricia rompe el saco.

Lo único que me sorprende realmente, y ya lo comenté cuando Madoff, es que haya durado tanto tiempo. Ya lo decía Chateaubriand: "Hay que mostrarse ahorrador en el desprecio, tal es el número de necesitados". Los gobiernos no han terminado de entender que los banqueros son unos inútiles, que están donde están gracias a sus relaciones personales y cuya incapacidad indiscutible convierte los fracasos en cosa automática.

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