martes, 3 de febrero de 2009

Con la iglesia hemos topado (y van...)



Con permiso de Shakespeare, tomaré prestado unas palabras de su Hamlet para comentar cosas al hilo de lo que se viene sabiendo que ocurre allá por los dominios de Benedicto dieciséis: "algo huele a podrido en el Vaticano". Y es que cada vez más este minúsculo estado está alejándose de la sensatez, si es que alguna vez hubo de eso por allí.

Lo primero, un kilo y medio de indignación y otro tanto de confusión. Y es que la decisión del papa de levantar la excomunión que pesaba sobre cuatro obispos integristas, de los cuales uno es abiertamente negacionista, me ha dejado más catatónica si cabe que la muerte de Chanquete, salvando las distancias. Y es que incluso entre los católicos de pro, esta decisión ha suscitado polémica. En realidad, no se trata de un proceso de reingreso en el seno de la iglesia por parte de estos obispos, sino un choque sin precedentes entre los moderados y los más integristas que amenaza con provocar un auténtico cisma en plena siglo XXI. Los del gobierno francés, país del que era oriundo Monseñor Lefebvre, fundador de una de las ramas más extremistas y radicales del Vaticano, están que trinan. De hecho, un portavoz del gobierno ha declarado abiertamente que esa decisión era totalmente inaceptable, amén (y nunca mejor dicho) de abyecta e intolerable. Todo viene porque uno de los cuatro que andaban por esos mundos de dios excomulgado, un tal Williamson, se ha declarado siempre negacionista; esto es, que cree a pies juntillas que lo de la exterminación de judíos en las cámaras de gas fue un cuento chino. Y claro, Francia, con su importantísima comunidad judía, ha puesto el grito en el cielo. Los ultracatólicos han, supuestamente, interpretado este gesto (de dudosa ética) a un acercamiento y a, literalmente, "la reconciliación y la paz" entre los católicos. Pues si ese gesto tiene ese objetivo en concreto, que venga dios (nunca mejor dicho) y que lo vea...

Los cristianos moderados no pretenden criticar en su integridad la decisión papal, sino poner en entredicho que un elemento como Williamson, no rectifique sus afirmaciones y permanezca en su cargo. Lo de la anular la excomunión es casi, casi lo de menos. Para ellos, es la gota que ha colmado el vaso de su paciencia. Si ya es grave aceptar que individuos como Hitler hizo lo que hizo, lo es muchísimo más negarlo. De hecho, algunos no tan eminentes como este obispo han pasado por tribunales por este mismo motivo. Las afirmaciones de este mentecato son absolutamente intolerables y abominables, totalmente contrarias a las funciones que supuestamente debería ejercer.

Que Ratzinger es un papa extremista, no es nuevo. De hecho, siendo como es alemán (Baviera, lugar de nacimiento del susodicho, es un land extremadamente conservador), y el hecho de haber tenido una juventud próxima, ideológicamente hablando, al nazismo ya es de dominio público desde antes de ser nombrado papa. Además, de todos es sabido que durante el nazismo, excepto en contadas ocasiones con nombre y apellidos, la Iglesia estuvo del lado de los torturadores. Durante todo el III Reich fue cómplice mudo de las atrocidades que se cometieron en media Europa.
Genocidios varios han sido debidamente documentados a lo largo de la historia de la humanidad: judíos, gitanos, armenios, camboyanos, tibetanos, hutus... una lista tan larga que sería casi interminable detallar. Manchas de sangre vergonzosas en la historia que delatan la crueldad de que es capaz el ser humano en nombre de una religión. Sí, las peores guerras y matanzas acontecidas en el planeta se han llevado a cabo en nombre de algún dios. No nos engañemos. Si lo que pretendía el papa era hacer desaparecer de un plumazo las divisiones entre los cristianos, me parece que le ha salido el tiro por la culata, ya que más que nunca los integristas y los moderados están más separados que nunca. El último cisma de la iglesia data de 1054. ¿Marcará el siglo XXI un nuevo hito en la historia del cristianismo?

Y es que excomunión tras excomunión y escándalo tras escándalo, esta iglesia romana en la cima de su soberbia ciega excluye a quien le parece, reintegra y perdona a quien considera oportuno (todos sabemos como se "ganaba" uno el cielo en la Edad Media -y los tiempos no han cambiado mucho-), que vitupera y condena al que no comulga (en todos los sentidos) con sus planteamientos y que no solamente conserva sino que incrementa escandalosamente su patrimonio año a año no ama a la humanidad. Es la conclusión que se saca de sus desvariados comportamientos. Incluso podría afirmar que en realidad, se la trae al pairo. Lo único que le interesa es que no se venga abajo su identidad. Esto último es su única obsesión. Se muere por seguir siendo (si es que lo es) el líder de la religión líder en el planeta, de conservar el poder a ultranza, aún a costa de parecer todavía más patético de lo que ya es a los ojos de las personas sensatas. Y lo peor de todo es que están convencidos, él y sus secuaces de que llevan toda la razón, que hacen lo correcto, que son los mejores (¿no promulga el cristianismo la humildad, por un casual?). De hecho, a lo largo de la historia de la humanidad, las gentes humildes han tenido que sufrir Inquisición, colonialismo a ultranza, negación del alma a las mujeres, Galileo a la hoguera por hereje, pillaje sistemático en América del Sur, ofensiva homófoba declarada abiertamente, los trapicheos del Opus Dei. La guinda del pastel es este obispillo ignorante que niega el Holocausto. ¿Que dónde está el problema? Ah... dirán, es que no hay problema. Nosotros (ellos) vivimos según nuestras reglas. Qué importará un millón más de muertos de sida en nombre de sus reglas que prohiben el uso del preservativo (por poner un ejemplo de normas absurdas)... Lo importante es la unidad de todos sus miembros. El resto no cuenta. Ni siquiera que la podredumbre que impera en los rincones del Vaticano comience a apestar al planeta. Y es que la comunidad de ex sacerdotes se está incrementando al galope, en vista de la ceguera que impera por aquellos pagos. Fuera quedan los divorciados, los eutanasiados, los ateos, los maricones, los que usan condones, los que hacen uso de su libertad de pensamiento y todos los modernos esos que creen en San Darwin...

Me río a carcajadas. Porque la risa es más fuerte que la injuria. ¿Lo contrario de la oración? - La risa. ¿Lo contrario de morir? - Gozar. ¿Lo contrario de creer? -Saber.

P.D. Lástima que en mi ciudad no hayan llegado los autobuses ateos. Me hubiera encantado haber subido en alguno.

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