martes, 19 de mayo de 2009

La maldición de Chikilicuatre

Confieso que no veo Eurovisión desde hace siglos, tantos como años han transcurrido desde que Abba ganó allá en los setenta. Luego lo he visto un par de veces más, y encima ni siquiera entero, como cuando cantó Céline Dion, representando a Suiza. Siempre me ha parecido un espectáculo algo bochornoso y kitsch. Aunque respeto a quienes hacen de este show una adicción, que me consta que los hay absolutamente forofos.

También confieso que la candidata elegida para representar a nuestro egregio país este año no era de mi gusto en absoluto. Me parece una niña bastante soberbia y que va de listilla por la vida. Pero bueno, ¿qué se puede esperar de una "triunfita" que es más conocida por salir en las revistas de cotilleos que por sus cualidades canoras?
Más allá de la ironía del título, se esconde, creo, un verdadero problema social. Y es que vistas las cifras de audiencias (dicen que ha habido 5 millones de televidentes menos que el año pasado, el del Chikilicuatre), todo apunta a que los europeos están hartos de la cultura de los "restos de serie", de los "saldos de tres al cuarto" representados por los horteras de turno en espectáculos que rozan lo bochornoso, y sobre todo de echar mano del erario público para pagar semejantes despilfarros. Dicen que Moscú ha gastado la friolera de 6 millones de euros para ser sede del concurso de este año. Y el resultado es un espectáculo totalmente kitsch, summun de lo hortera, de los brillos de todoacien, de las sonrisas profiden forzadas, de las coreografías que se asemejan cada vez más a una versión bailada del kamasutra y la zafiedad en todas sus formas posibles. Es como si (casi) todas las televisiones europeas (algunas ya se dieron cuenta hace tiempo que es mejor apostar por otras cosas quizás menos vergonzantes y menos onerosas) se dieran cita en un festival de lo trasnochado y de lo más ridículo.
Para empezar, me pregunto por qué, si lo que se pretende es construir una Europa más unida, se permite a los representantes de los países del Este cantar en inglés. Parece como si se avergonzaran de sus propios idiomas. Y creo que lo que en realidad hacen es precisamente eso, intentar imitar nuestro modo de vida occidental, con la consiguiente pérdida de identidad que les hace todavía más patéticos. Un nuevo ruso, por poner un ejemplo sencillo, es como un americano, pero en peor... Lo que denota, más que nada, una supina ignorancia y una notable incultura. ¡Cuánto daño han hecho las fórmulas de operación truño y similares!...
Eurovisión se ha convertido en un simple show, le guste a uno o no: con colores, ritmo, movimientos, grupos bizarros y sobre todo mucho cachondeo. Se está del lado de ellos (lo que denota un escaso nivel intelectual) o simplemente, en contra (como decía antes, hay países que hace años dejaron de participar: Italia, Bélgica, Suiza, Luxemburgo, Países Bajos, Austria, Irlanda...) La actuación de Soraya, que vi al día siguiente por youtube, me pareció correcta, sin más. Tampoco esperaba nada especial. No me gustaron nada, sin embargo, esas reminiscencias pseudo-árabes en la musiquita del estribillo, que consideré en un primer momento inadecuada, fuera de contexto, y hasta ridícula. Como dicen en mi pueblo, estaban (la cantante, los bailarines y los compositores de tan vacua canción), meando fuera del orinal.

Lo de las puntuaciones, al parecer, nos dejó en la peor posición de cuantas se han ofrecido desde la barca de Remedios Amaya, que ya es decir... Hasta Rodolfo, el año pasado, dio mejor el do de pecho... Eso de votar con antelación convierte el concurso en una auténtica mafia de amiguismo y tráfico de influencias...
Hasta hace unos pocos años, diez, doce, Eurovisión era un acontecimiento señalado en el cual se podían escuchar de vez en cuando canciones pegadizas, divertidas o simpemente bonitas, de esas que uno tararea en la ducha o cuando está haciendo la lista de la compra. Y nadie le pedía más que eso. Hoy, parece que ha alcanzado las más altas cotas del ridículo, de la vulgaridad, de lo grotesco... Y es que se lo están ganado a pulso.

Los costes estimados para TVE suponen un gran agujero al ya enorme existente: casi medio millon de euros que sale, una vez más, de los bolsillos del contribuyente para una sola edición del concurso. ¿Para cuándo se darán cuenta los directivos de la cadena pública que es lisa y llanamente tirar el dinero?

Único consuelo, que más vale que los duelos entre países europeos se diriman con canciones que con armas. Es lo único.

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