viernes, 25 de julio de 2008

La soledad de una habitación de hotel




En las (pocas) horas que durante las tres últimas semanas pasé en una habitación de hotel, hay un par de cosas que me gustaron. El resto es directamente olvidable (forgetable, in english, if you like).


La primera de ellas es que la tele era de estas con paellabólica, así que entre zapping y zapping (lo cual indica claramente el grado de aburrimiento), vi cadenas de allende las fronteras: francesas, italianas, alemanas y hasta alguna lusa. En una de esas secuencias zapinescas me encontré con un programa de novedades musicales, y allí fue donde descubrí un grupo canadiense liderado por una "chica-guitarra", llamado "Pascale Picard". Sólo tuve tiempo de anotar el nombre, porque el video de la canción que estaban emitiendo estaba acabando. Pero me dio tiempo a darme cuenta de la riqueza de matices de la voz de la chica. Un primor! Palabra de honor. Luego ya en casa ahondé en la discografía del susodicho grupo y me sorprendí agradablemente al descubrir versiones "chapeau!" de canciones ya míticas del grupo Pink Floïd (Shine on you crazy diamonds, Wish you were here...) Creo que ya tienen una fan más...


La segunda cosa que me gustó sobremanera (y si habéis leído el post de días atrás, lo entenderéis perfectamente) es que la habitación disponía de un ¡superaparatodeaireacondicionado!, una maravilla con lo que ha caído en esas semanas en la capital murciana. Así que en los pocos momentos de nirvana mental que me han tocado vivir durante ese tiempo me quedo con esos dos elementos que de alguna forma me han permitido sentirme (un poco) como en un paraíso temporal.

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