martes, 29 de julio de 2008

Volver, volver, volver....

Estoy leyendo un libro cuanto menos curioso, no sólo por su temática, sino por las similitudes que encuentro en las vivencias de su protagonista, Bernard, y mi propia vida.

Se llama "On s'embrasse pas?" (traducción para aquellos que no hablan ni entienden la lengua de Molière: "No nos besamos?") y su autor es Michel Monnereau. Es ésta su segunda novela.

Habla de un retorno a la tierra, a su pueblo, a su familia después de muchos años de ausencia, dedicados a recorrer medio mundo, a vivir experiencias que le hacen duro, cínico e indiferente a su entorno, el de ahora y el de antes. Ha vivido sin apegos, sin muros que le roben la libertad.

La pregunta del millón, y que también se hace el susodicho es "Por qué he vuelto?". El protagonista no termina de explicar el motivo por el cual tras quince años de ausencia, de rodar por esos mundos de dios, desembarca sin previo aviso en ese pueblo de la Francia profunda donde creció. Su hermana y su madre ni siquiera lo reconocen. En cuanto al padre, se entera de que ha fallecido hace algún tiempo. Es la historia de un cuarentañero sarcástico y su familia. Es la historia de un hombre que tomó en su día los caminos embriagadores de la libertad y de unos padres sedentarios que nunca se han planteado efectuar cambios en una existencia monótona y sin sorpresas. Bernard observa a su madre con ojo crítico, en el crepúsculo de su vida; a su hermana, ensimismada en el día a día; a su cuñado, un cabeza cuadrada que no gusta de gente ociosa y con el que tiene algunos enfrentamientos. O incluso a Raymond, un amigo de infancia, que simboliza el éxito rural, con una casa bonita y una esposa sexy.

Durante su larga estancia de naufrago en el pueblo, en la casa de su difunto padre, el tortamundos pasa revista a las situaciones en las que están encerrados todos los personajes, sientiéndose más ajeno si cabe que cuando estaba ausente. (Me recuerda al extranjero de Camus, es como si nada fuera con él). De esta narración en primera persona se detecta un choque entre dos mundos muy diferentes. Pero la visión, y por tanto el relato de Bernard, no es neutro, y creo que simboliza una confrontación consigo mismo. Cada frase que pronuncia pretende ser lapidaria, y creo que lo consigue.

El libro ofrece un sentido del humor agrio, a veces políticamente incorrecto. A algunas situaciones que normalemente rezumarían dramatismo, el personaje les saca punta de forma que parecen hasta cómicas: la escena del entierro, la embolia de la madre... El cinismo de Bernard es a veces incluso molesto, soberbio, como aquél que se sabe superior en todo y a todos los que le rodean.


La novela intenta saldar cuentas con la infancia y sus heridas y abre la puerta hacia el futuro. Una de sus dos sobrinas ya no volverá a ser la misma después de haber conocido a este tío extraño y tocanarices...

1 comentario:

Anónimo dijo...

No se si habras visto la pelicula o leido el libro de "Las cenizas de Angela" creo que es demasiado cruda, pues habiendo libros de aventuras, romanticos o de muchisimas variedades pienso que la vida ya nos pone demasiado problemas o crueldades por delante por ej la muerte de hace tres semanas como para leer libros de de ese tipo, respecto a tu libro que mas o menos trata de lo mismo, crueldades y tal, pienso que aun que una persona por los motivos que sea se vaya de su ciudad natal, pasen los años que pasen siempre termina volviendo a sus raices, al menos la mayoria. Se que sobre gustos no hay nada escrito a mi me encantan las peliculas gore, sobre gustos no hay nada escrito, pero... no se, me pongo a pensar y veo que ya hay demasiada crueldad en el mundo para ademas el poco tiempo que tengo libre, perderlo en mas sangre.