jueves, 31 de julio de 2008

El otro lado de la alambrada


Acabo de terminar de leer un libro que me regaló Carmenmaría por mi cumpleaños. Se trata de la novela "El niño con el pijama de rayas" del irlandés John Boyne.

No había oído hablar de este libro hasta ese momento. Así que me sumergí en su lectura sin tener indicio ni del tema ni de los personajes, contrariamente a lo que suelo hacer. Me ha gustado siempre tener al menos alguna pista para saber, para saciar la curiosidad. Ni siquiera leí el final, como acostumbro. Hice esta excepción a gusto, y la verdad es que su lectura no me ha decepcionado en absoluto. Muy al contrario, me ha encogido el corazón y me ha emocionado su inesperado final.

Tenía razón Carmenmaría cuando me dijo que no iba a decirme de qué iba la novela. De hecho yo también aconsejo su lectura, simple y llanamente , con la menta abierta. Se dice que es una lectura "con una fuerza inolvidable" y aconsejada a partir de los 12 años. Me recuerda a aquella laureada película de Roberto Begnini "La vita è bella" y, claro, a partir de esta premisa ya se sabe al tema al que uno se enfrenta.
El personaje, Bruno, un niño de 9 años, se encuentra triste por tener que dejar Berlin, su casa de varias plantas, sus amigos, sus abuelos. Se muda a una casa con menos comodidades y mucho más pequeña. El lugar es triste, sucio, hasta deprimente. Su padre ha conseguido un ascenso en el trabajo y claro, toda la familia debe seguirle allá donde se encuentra ese "trabajo". ¡Vaya fastidio! Y ese "Furias", el jefe de su padre que viene a cenar a casa...? Vaya maleducado...
Alto dirigente nazi, el padre se lleva a toda la familia con él a Auchviz, su mujer, sus dos hijos Bruno y Gretel, la criada María y el cocinero Pavel. A bruno le gusta "explorar", uno de sus juegos favoritos y quedarse horas en su nueva habitación desde donde se pregunta quiénes son todas aquellas personas que deambulan tras la alambrada en pijama de rayas. Un día, en una de esas exploraciones, conoce a un niño, curiosamente nacido exactamente el mismo día que él. El niño está extrañamente delgado y triste y también lleva ese feo pijama de rayas. Entre ellos nace una fuerte amistad, de esas que llegan hasta el final.
No se puede quedar uno insensible al punto de vista de Bruno, de una clarividencia inocente. Se queja sin parar de su nueva condición a su amigo Shmuel, si saber ni comprender lo que ocurre del otro lado de la alambrada. Dejando de lado algunos detalles inverosímiles, como el año de encuentros que transcurre hasta el final, el hueco en la alambrada, etc., nos encontramos ante un relato que nos atrapa y que nos hace contrastar el horror ignorado o contado inocentemente por dos niños. También asistiremos al desmoronamiento de una familia en la cual algunos miembros se desligan de los proyectos del padre. Sin embargo, cabe destacar el final muy conseguido de la novela, desde un punto de vista forma.
Esta es una historia de alambradas, pero que la curiosidad de un niño va a encargarse de hacer desaparecer. Es la historia de un encuentro del otro, del diferente, del "otro lado". Una de esas alambradas que separan a los hombres y que no deberían haber existido nunca.

No hay comentarios: