miércoles, 23 de julio de 2008

La tiendecita china de los gremlins







No es mi cumpleaños, ni siquiera mi padre tiene que comprarme nada, pero hoy he descubierto una tiendecita que no tendría nada que envidiar a aquella que aparecía en tan famosa película de héroes juveniles de los 80 y bichos hambrientos después de la medianoche y miedosos al agua.

Ya la había visto la semana pasada, pero estaba cerrada. Y volví a verla hace un par de días, buen, en realidad, pasé adrede por delante. Y entonces descubrí por qué, a pesar de haber pasado frente a su escaparate varias veces, siempre aparecía sombría y cerrada a cal y canto. Y es que en una de las esquinas del cristal del escaparate aparecía misteriosamente perdidas y algo fuera de lugar unas indicaciones sobre el horario de apertura. ¡Vaya sitio más peregrino para informar a los posibles clientes! Y sí, hoy abría por la mañana. Tiene un nombre pelegrino: se llama "Radha-Kunda" y su interior tiene una mezcla de la famosa peli antes mencionada y cueva de Alí Babá. Se encuentran en sus estanterías productos dietéticos, bisutería con piedras semipreciosas, todo tipo de elementos usados en feng-shui, libros sobre quiromancia y autoconocimiento, etc. La propietaria, una chica joven que según su madre, que fue quien me atendió, había estado hacía poco en la India. En estos momentos, por eso estaba allí la madre, se encontraba en la parte superior de la tienda, atendiendo a una paciente, ya que en esa tienda de Alí Babá, hay una rebotica donde se dan masajes terapeuticos e incluso sauna.

Sigo dando vueltas por la estrecha tienda, mirando aquí y allá todos los elementos ofrecidos. Localizo varios dragones en piedra tallada como los que recomienda mi asesor personal de Feng-Shui (del que recibo noticias actualizadas varias veces por semana desde Taiwan -Feng-Shui de Taiwan- por si a alguien le interesa leer el blog). Finalmente decido mentalmente qué elementos voy a comprar: una tortuga del dinero, un espejo Ba-guá y una fuente de energía que campa a sus anchas en el escaparate. Está compuesta por representaciones de tallos de bambú ficticios que horadados, permiten que el agua caiga a un nivel más bajo a través de agujeros por donde sale el agua. De base cuadrada, tiene en el interior de su vientre un pequeño motor que impulsan los chorritos de agua.
Ya está instalada encima de la cómoda del salón, en su lado derecho. En cuanto a la tortuga, la tengo colocada en el despacho, encima de la mesa. Dicen que debe ponerse, para que sea efectiva en su cometido, cerca de aquellos lugares donde se mueve la economía del hogar. Y en el despacho es donde yo muevo mi contabilidad casera. Le he puesto en su boca de dragón abierta una moneda china y un lazo de color (cada color potencia un aspecto de la vida) rojo, por aquello de las pasiones y el amor... El espejo ba-guá tendrá que esperar que averigüe donde funciona con mejor potencia en el piso.
Continuará...

No hay comentarios: