lunes, 24 de noviembre de 2008

¿Pero qué c*ñ* estamos haciendo mal?




Iba a hablar hoy de las elecciones en Venezuela y a poner a caldo a Chávez, pero acontecimientos recientes me ha hecho aplazar a mañana el tema, para comentar algunas reflexiones de esas de las mías, retóricas... o no. O que las comente quien tenga más ideas que yo, porque a mí concretamente sobre este tema, no se me ocurren ninguna.

El viernes me sorprendió la sirena de una ambulancia en medio de una de mis clases en el insti. Con la lógica curiosidad y preocupación, me asomé a la ventana, pensando que había ocurrido algo que requería de su presencia en los aledaños del centro, pero cuál fue mi sorpresa cuando vi que se encontraba en el patio de entrada mismo. Una hora más tarde, me enteraba de que una niña había ingerido unas cuantas pastillas en el baño y le había dado un mareo. Asustadas, las amigas habían llamado al jefe de estudios y éste al 112 y a la madre. (La niña en cuestión está en tratamiento por depresión -¡a estas edades!- y tiene 14 años).

Pues bien, esta mañana tenía un examen con los alumnos de 2º de eso y al pasar lista, una niña faltaba. Se trata de una niña con bastantes problemas confesados por la madre y por ella misma. Absentista ocasional, mentirosa compulsiva y manipuladora. No es la primera vez que falta a un examen. Pero esto es lo de menos. Al hablar con la tutora, y dispuesta a llamar enseguida a la madre, me quedo de piedra cuando por toda respuesta me pone delante de los ojos un parte de ingreso en urgencias de anoche a nombre de la niña y con un diagnóstico estremecedor. La niña se tomó anoche la friolera de setenta pastillas diferentes.

Un intento de suicidio en un/a adolescente no es nunca una conducta anodina y por supuesto no se puede caer en el error de achacarlo a una "crisis de adolescencia". No debería ser banalizado, aún cuando los medios para llevarlo a cabo nos hagan pensar que no había peligro alguno. Además de las complicaciones médicas potencialmente mortales a corto plazo, el riesgo principal es la prolongación de una dolencia que puede eventualmente expresarse en un nuevo intento. De hecho en más de 20% de los intentos de suicidio existe una patología psiquiátrica subyacente (depresión, trastornos severos de la personalidad) que favorecen dar el paso. Ah! Y el suicidio es la segunda causa de muerte entre jóvenes de entre 15 y 25 años... Como para cerrar los ojos a esta realidad.

No hay duda de que aquí ha actuado un efecto "imitación o contagio". Porque a sólo tres días de ocurrir el primer intento, no incurre ningún otro factor. De hecho se enteró toda la comunidad educativa, y muchos alumnos, mucho antes que los mismos profesores. Pensamos que los niños no se enteran de las tragedias, aún cuando ponemos mucho empeño en ocultarlas, pero los críos no son tontos, no se chupan el dedo. Serán muy vulnerables, es cierto, pero no son estúpidos, como muchos padres se creen. Cierto es que en la sociedad de la información en la que estamos inmersos, los medios no se cortan ni medio pelo a la hora de dar detalles escabrosos de hechos tan dramáticos de este calibre. Y claro, luego nos quejamos. El suicidio no es una "solución posible", sino una decisión trágica de alguien que no ha encontrado una salida. Y es que el mundo está cada vez más "ido". No puede ser que los suicidios (o intentos) hayan aumentado de manera tan alarmante en la U.E.

¿Qué estamos haciendo mal? ¿Qué coño puede estar pasando por la mente de una de estas criaturas para dar ese paso tan estremecedor? Y es que los adolescentes, antes de dar este terrible paso, ya han dado muestras de sus intenciones, de sus frustraciones, de sus "males interiores", para que en casa no se hayan dado cuenta. ¿Es que nadie ha notado, percibido, las "señales" que a veces son descaramente claras que emanan de estos seres frágiles? ¿Convendría evaluar el equilibrio mental de sus progenitores para entender los motivos que han llevado a esta ruptura con el mundo? ¿En serio es tan estresante la vida de algunos padres que no pueden dedicar atención a sus hijos en vez de darles todo lo materialmente posible? ¿Acaso no son capaces de transmitir a sus hijos la ilusión por vivir la vida lo más plenamente posible? ¿Darles herramientas para que puedan afrontar los fracasos con sabiduría? ¿Aprender a amar y a amarse?

No sé qué coño está pasando....

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