domingo, 21 de diciembre de 2008

2009, el gran agujero negro



2008 está a punto de terminar y nos ha dejado múltiples acontecimientos que han marcado la actualidad y han dejado casi sin aliento este ya de por sí convulso planeta. Es hora de hacer balances, personales, económicos, sociales y emocionales. No es que sea yo muy partidaria de hacerlos, muy al contrario, soy de los que consideran que el tiempo es una división arbitraria y un continuum sin principio y sin fin. Así que le daré la vuelta al argumento de ver qué ha sido el año 2008 para ver qué se adivina y qué nos deparará el que está a punto de entrar, el oscuro y temido 2009.

Lo que un sociólogo francés ha comentado sobre lo que nos espera a la vuelta de la esquina es que 2009 será literalmente "un gran agujero negro". Dicho así, se nos pueden quitar ipso facto las ganas de llevar a cabo cualquier tipo de celebración, y hasta es posible que se nos atraganten las uvas de la nochevieja. Si la expresión "annus horribilis" se nos quedó tatuada en la memoria de boca de la Reina de Inglaterra cuando, tras el sonado divorcio de su hijo Carlos de Diana, se le quemó parte del palacio de Windsor, bien podríamos tomarlo prestado para aplicarlo a este año próximo. Y es que el asunto Madoff, ha representado un jarro de agua fría más en la cabeza de los contribuyentes. Pues si bien ha timado descaradamente a las grandes fortunas, el ciudadano de a pie, que ya está perdiendo la paciencia y sobre todo la confianza en los bancos, se dicen que ya no les queda más que perder el empleo, y con la que está cayendo, y las previsiones agoreras que apuntan para el próximo ejercicio no hacen más que confirmar lo de "agujero" y lo de "negro". Y ningún sector social se va a ver salvado. Cuanto más abajo en la escala, menos dificultades, ya que hace tiempo que los que no tenemos mucho nos hemos acostumbrado a vivir con poco. El discurso que nos sirven los medios de comunicación día sí, día también, ya se ha generalizado. Para muchos, lo del balance negativo lleva décadas de aplicación. Y el ambiente pesismista no ayuda precisamente mucho. Por eso, más de uno se refugiará estas fiestas en la familia, aunque el resto del año se tiren los trastos a la cabeza.

Mi teoría es que una nueva era se ha puesto en marcha. Lo de Atenas no es más que la gota que ha hecho desbordar el vaso. Las protestas se han ido extendiendo a velocidad de mecha de dinamitay la gente ya no se queda impasible, esperando que alguien le solucione los problemas. Sale a la calle a expresar aquello que se ha callado durante años. Creo que alguien se hartó de que los gobernantes mantengan (no se sabe cómo) una retórica puramente ideológica. Es tiempo de cambios, de modificaciones, de rectificaciones, de elecciones personales diferentes. Porque si nos paramos a pensar, hablar de dos mil nueve como agujero negro es al fin y al cabo un afeumismo. Deberíamos mejor hablar de socavón. Tampoco hace falta ser muy listo para saber que hay revuelta (y por qué no, revolución!) en el aire. Cuando la inmensa mayoría de la gente se ha visto afectada, de una manera u otra, más le valdrían a los gobernantes que vigilaran sus acciones, decisiones, promesas y consecuencias. Entramos en tiempos de reformas, que en su sentido estricto significa "cambiar para mejorar", no lo olvidemos. Y es que los tiempos que se avecinan nos la demandan a gritos. Reformas, ya! Cambios, enseguida! Y vaya si los habrá. No hace falta tener la bola de cristal a mano para preverlas. Despidos a porrillo, EREs a puntapala, listas del paro interminables. Pero no son cambios al estilo Lampedusa; no nos engañemos. Los cambios tienen que ser reales, auténticos. Los cambios sociales están a la vuelta de la esquina, señores políticos, legisladores, potentados... y vosotros, bailando sobre el volcán... Pero no nos engañemos: es necesario que la palabra reforma sea sinónimo de progreso,no de regresión generalizada. Porque de ninguna manera se podría seguir avanzando con coherencia ni resultados tangibles para construir un estado de bienestar. En estos momentos, lo que impera por parte de los políticos es cinismo, ausencia de diálogo y mentira. Lo cual ha dejado de impresionar de cara a la credibilidad. Esta crisis va a ser la más importante desde la segunda guerra mundial, lo queramos o no. Y el mundo va a cambiar, lo queramos o no. Va a suponer una ruptura con nuestra forma de ver el mundo, la realidad y nuestro día a día. Y es también una ruptura histórica con nuestro modo de ver la vida y la civiliacion. Cuando miramos a nuestro alrededor, sin pensar siquiera en los sondeos de opinión pública, asistimos atónitos al desmoronamiento de la banca, del sistema capitalista en el que estaba basado (nos preguntamos: "Esto qué es?") y nos estamos preguntando qué será lo próximo... La incertidumbre total se apodera de nosotros. Nadie se atreve a dar un paso en falso, nadie quiere mover ficha por temor a terminar de fastidiarlo... En nuestro vecino del norte, se van sucediendo los movimientos estudiantiles en secundaria desde hace ya un par de meses, y es sólo la punta del iceberg. La crisis medioambiental ya se va manifestando poco a poco y cada vez con más contundencia en diferentes puntos del planeta, a cada vez que se reunen los más poderosos.

Déficit presupuestarios, guerras en las bolsas mundiales, calentamiento climático, crisis de la energía, sobrepoblación mundial, OGM, Palestina, Iraq, Afganistán, paro, deuda externa, quiebras, ladrones de guante blanco financieros, mafia, polémica de las cruces en los centros escolares, privatización de los servicios públicos, inflación, deflación, competencia salvaje, fondos de pensiones, contaminación, sequía, pandemias, pesca intensiva, miseria, hambruna, piratería...

Hagan juegos señores, todavía quedan papeletas para el sorteo!

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