domingo, 26 de octubre de 2008

El precio de una calumnia

Hace un par de meses, a principios del presente curso concretamente,un hecho terrible sacudió el mundo de la enseñanza en Francia. Un chaval de 15 años denunció uno de sus profesores por haberle propinado un puñetazo tras una discusión en la cual el profesor le recriminó sus faltas de asistencia continuadas. La policía detuvo al supuesto agresor. A la mañana siguiente, y tras haber sido puesto en libertad con cargos, a la espera del juicio, lo encontraron ahorcado en su casa.

Hace un par de días, el chaval confesó que mintió, que acusó en falso a su profesor, que ni siquiera lo tocó. El menor se enfrentará en breve a un juez especialista en delitos cometidos por menores. Se le acusará de denuncia calumniosa. El profesor tenía 38 años y siempre negó la acusación. El padre del profesor muerto declara que lo que pretende presentándose como acusación particular es devolver el honor a su hijo. Ni más ni menos.

Para empezar, une reflexión. Cuando cualquier adulto va por la calle y ve una pandilla de chavales adolescentes, suele pasar rápido, bajando la vista. A ver quién es el chulo que es capaz de desafiarles con la mirada. Otros dirán que exageramos so pretexto que el ambiente en un aula hay en día es el mismo que hace veinte años. La próxima vez que veáis a un grupo de chicos por la calle, pensad que los "vagos" de los profesores deben mantener la cabeza bien alta frente a 30 como esos en una misma aula, no un rato, no, sino durante 20 horas a la semana. Me revientan los que pretenden dar lecciones a los que tenemos que torearnos a pandillas de chavales que no quieren estar allí. Hoy en día, las aulas están parasitadas por una minoría de alumnos que no tienen puntos de anclaje en la realidad que les rodea. Estos alumnos son los responsables de la degradación de la calidad de la enseñanza (aunque no los únicos). Sea cual sea el estrato social al que pertenezcan los padres, se encuentra uno con el mismo porcentaje de alumnos difíciles y centrados en sí mismos. Tal vez sea ya tiempo de luchar y de obligar a esos padres a responsabilizarse del comportamiento de sus hijos.

Una segunda reflexión: ¿Acaso los gendarmes que interrogaron al chaval fueron necios hasta el punto de no haber detectado nada extraño en sus declaraciones? ¿No hubo ningún médico forense que le examinara las supestas señales de la supuesta agresión? Ahora tenemos la consecuencia de semejante calamidad. Ah! Bueno, que el padre del angelito es gendarme. Acabáramos... Este niñato debería caro su pagar su calumnia. A ver si va a ser que hay un síndrome real de querubines, a imagen y semejanza de los que castinean en busca de nosesabequé y que quieren alcanzar la fama inmediata a costa de pisotear lo que se les ponga por delante. Aquí tenemos una de las consecuencias de haber sido laxistas en temas de educación parental estos últimas dos décadas. Basta ya de desacreditar a los docentes que hacen su trabajo en unas condiciones cada vez más difíciles. A pesar de los que nos quieren hacer creer, hay cada vez más agresiones a profesores, camufladas, silenciadas o distorsionadas por la administración. ¿A quién quieren engañar?

Desde el momento que las autoridades piensan que "si un niño puede salvarse al precio de nueve adultos acusados en falso, el objetivo se habrá alcanzado" (sic). Sí, desgraciadamente el objetivo se ha alcanzado y las consecuencias son que hay un profesor criando malvas por las acusaciones calumniosas de un alumno fabulador. La gente tiene tendencia a considerar a los menores como posibles víctimas de abusos pedófilos (que no niego que los haya, para muestra el caso Mariluz y tantos otros) pero de ahí a sacralizarlos y creer a pies juntillas todo cuando afirman, va un trecho.
Esto me recuerda una excelente película de William Wyler llamada "La calumnia" . Si el lector tiene ocasión, no se la pierda.

Y si lees esto y encima eres profe, mucho cuidadín, puedes estar en serio peligro. No tengas un sólo momento de debilidad, no dejes que tus problemas personales te afecten, no te quejes, no abras siquiera la boca; limítate a hacer tu trabajo comodiosmanda. Los discursos de los que poseen encefalogramas planos, hipócritas y políticamente correctos se encargarán de que no destaques, que no destapes alteración alguna. La basura está mejor debajo de la alfombra. Caso contrario todo, absolutamente todo lo que digas puede ser utilizado en tu contra. Se te culpará, te señalarán con el dedo acusador. No te apoyarán y si lo hacen siempre será con una inmensa desconfianza. Cierra el pico. Finge que estás muy bien, así, muy bien, alegre, dinámica, activa... De lo contrario, atraerás el furor y las iras de quienes tienen cuentas pendientes con el mundo de la enseñanza, niños o adultos, que se procurarán un placer perverso y sádico en lincharos. Es un consejo de amiga. Sé de lo que hablo. Un día de estos, contaré una experiencia desagradable con una alumna del curso pasado, la mamá de la niña y el móvil de esta última.

Mi teoría es que que dejando a un lado el tema de la enseñanza, me temo que el problema, que ya he mencionado en alguna ocasión, estriba en un mal más profundo. La gente está mal y ya no se soporta. Y esto se agudiza en tiempos de crisis como la que estamos empezar a sufrir.

Es urgente parar con estas situaciones aberrantes y devolver la autoridad a aquellos que nunca debieron perderla. Es cierto que en esta sociedad en la cual el niño tiene una mamá (e incluso a veces, un papá) pero carece de padre y de madre, los deseos de los mocosos se satisfacen tan pronto levantan el dedito. Pero ojo, maldición a aquél que ose introducir la ley, la regla, el esfuerzo y por lo tanto la contrariedad. Por extensión, maldición al profesor... Porque incluso en los casos más dramáticos y escabrosos, son los propios padres los que vienen a ponernos la mano encima...

Ya lo venía diciendo el juez Calatayud hace tiempo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Indudablemente vivimos en una sociedad falta de valores.Yo ya he remunciado a recriminar a nadie cualquier acción incivica ya que las consecuencias pueden ser nefastas. Estamos creando una sociedad donde prima la ley del más fuerte, el más rico, el más famoso...hemos abandonado la cultura del trabajo, del esfuerzo.Hoy solo prima el hacerte rico o famoso lo más rápido posible. En fín, una lástima.

Anónimo dijo...

Quisiera haceros conocido un fascinante programa que escuché sobre el desarrollo de los niños y un proyecto en Harlem que está tomando provecho de los resultados de varias investigaciones científicas que concluyeron que el factor más importante que determina el éxito de un niño en la escuela es el lenguage al que es expuesto a través de los padres en los primeros tres años de vida.

Lo escuché aquí (inglés): http://thislife.org/Radio_Episode.aspx?episode=364

Y el sitio web del proyecto en Harlem: http://www.hcz.org/

"The biggest factor in determining a child's later success in school wasn't any of the things we always assumed to be true. It wasn't money; it wasn't parental education; it wasn't race. It was the sheer number of words your parents spoke to you as a child."

"Among scholars who study inequality, there is more and more evidence out there that the divide between the kids who make it and the kids who don't, starts in the very first years of life."