domingo, 12 de octubre de 2008

El quid del problema


















¿Cómo se puede estar ciego a este punto?

Expongamos los datos de la problemática, tal y como podemos admitirla:
Un crío de pocos años grita. Los padres molestos, no pueden escuchar su música favorita, ver el partido en la tele o hacer lo que les gustaría tranquilamente.
Ahí se encuentra el principio del abandono del deber parental.
El crío o la cría, que tanto da, sufre una pataleta en la tienda (o en el súper, o en el centro comercial), llora, protesta, grita. El padre (o la madre) cede. Conseguirá los caramelos que no debería merecer, el juguete que cuesta demasiado caro, el pastel que le dará dolor de estómago y le cortará el apetito.
“Con tal de que me deje tranquilo/a”…
Es el principio también de la toma del poder por parte del niño/a.
La madre hace la compra, la limpieza de la casa, la comida… Trabaja además fuera y ni siquiera tiene un segundo para ella. Ala, los niños, a la tele. O mejor aún, id a jugar fuera, a la calle. Dejadme en paz...
La tele representa el mejor medio para bloquear el intelecto, la curiosidad, la dinámica del niño y sobre todo su capacidad de memoria. La tele y los videojuegos son ocupaciones egoístas y egocentristas. En la calle sin embargo se pueden hacen amigos, socializar con niños de sus edades. Pero también es el lugar donde se cae a menudo bajo el poder de los mayores. Haz esto, haz lo otro… Y el niño aprende a observar el comportamiento de los adultos para sacar provecho de su falta de atención, de su confianza e incluso de su indiferencia. A veces incluso, de violencia verbal.
Después, llega el tiempo de la adolescencia. Mientras tanto tal vez los padres se han separado. A menudo, de hecho. El padrastro, la madrastra, los nuevos hermanitos/as, van incrementando los motivos de conflictos, de malestar. Entonces el niño o la niña se vuelve agresivo, grosero, provocador e incluso violento.
Ahora, expongamos la problemática ligada a la edad de la adolescencia frente a una estructura de enseñanza bien tecnológica, profesional o de enseñanza general.
Provocaciones, faltas de respeto, insultos, que pueden llegar a la violencia física… Esto es moneda corriente. Ningún marco parental desde la infancia al cual deben sustraerse los profesores y formadores. Pero mi malestar, mi impotencia viene del hecho que llevo años comprobando. Y es que los organismos, las estructuras responsables de prepararles para el futuro no tienen en cuenta de ninguna de las maneras esta problemática.
La sociedad se sacude las responsabilidades educativas en el cuerpo educativo e incluso en aquellos funcionarios encargados de la seguridad pública. Mejor aún, los responsables directos, aquellos que están jerárquicamente al nivel de las decisiones para tomar las medidas pedagógicas que serían de rigor, demasiado preocupados por temas presupuestarios y soportando ellos mismos la presión que les es impuesta por aquellos que los gobiernan, prefieren la mayoría de las veces mostrarse ciegos, sordos o incluso laxistas.
Esta dejación de responsabilidades en el cuerpo educativo, con la adhesión de una gran parte de la sociedad bajo la forma de padres/madres, conduce a una mayoría de nuestros jóvenes a crearse un mundo propio, rechazando el de los adultos, a estas alturas, con muy poca credibilidad y bastante poco responsables.
Sin embargo, un adolescente no es de ninguna de las maneras responsable del contexto de vida que se le propone, que se le impone. Es aquí donde mi queja se hace protesta vigorosa y firme. No les digamos que son nulos o inútiles. Mirad primero vuestro propio comportamiento, y los motivos que os llevan a actuar así. Seguidamente, no olvidéis de que en un grupo de diez niños o adolescentes, sólo unos pocos son los que tocan las narices, y que entre esos pocos, hay muy pocos que son irrecuperables. El resto son inteligentes, reaccionarios, irrespetuosos tal vez, pero recuperables. Son inteligentes, digo, pero no están instruidos y evidencian una falta de educación. Solamente si la indiferencia general se perpetúa, si solamente se tienen que enfrentar a la autoridad educativa, porque atrae subvenciones, o pluses, y exigiendo que no haya más alborotos de los ya existentes, persistirá el problema. O se magnificará. Me escandaliza y me avergüenza este tipo de actitud pasiva, de inhibición de las propias responsabilidades, de la dejadez en delegar los propios deberes sobre personas que luchan por sacar a estos jóvenes del hoyo en el cual se encuentran sin entender nada, sin preguntarse nada. Inmersos como están en una sociedad de consumo salvaje que los fagocita impúdicamente. ¡Recordad que los niños son la memoria del hombre! No vaya a ser que un día estos niños escupan sobre vuestras tumbas…

3 comentarios:

yofeminista dijo...

Hay un proverbio africano que dice: "hace falta una tribu entera para educar a un niño (y una niña)".

Muchas son las veces en las que he oído decir que la educación que le corresponde a los padres. Me parece una de esas frases “tan guays” que se ponen de moda y que la gente repite sin pararse a entender qué significa.

De nada sirve que un progenitor le diga a su hijo/a que ser homosexual es una enfermedad y que a la gente que la sufre hay que intentar ayudarla. Pero después en clase, en EdC le dice que no, que es una opción sexual más tan válida como la otra y lo mismo en la TV. ¿Quién está educando? O si yo le enseño a mi hija que las mujeres no somos objetos sexuales, pero ella baja al quiosco más cercano y no ve más que tetas, tetas y tetas con poses insinuantes, al igual que en la publicidad y en los más inesperados programas se repite que el cuerpo de la mujer es tan, tan hermoso que hay que enseñarlo a cambio de unas monedas, que es de lo más lícito. ¿Quién está educando?

Los adolescentes viven en una vorágine consumista, de acuerdo, pero teniendo en cuenta que no trabajan, ¿quién tiene la culpa? Yo diría que una de las razones por las que las familias no llegan a final de mes, es la gran paga que les dan a los hijos. Porque entre la entrada de la disco, el botellón, el maquillaje, la gasofa de la moto, la ropa que hay que renovar cada mes, la entrada del cine, la cena en el burguer, la factura o recarga del móvil, el juego nuevo de la play, el tabaco… ¿Cuánto dinero se queda? Eso sí, para condones nunca hay porque es que son carísimos. Pero tampoco esto es culpa de los padres únicamente. Si no también de los medios de entretenimiento, que han encontrado en los adolescentes un gran filón. Si no le dan el dinero de los padres, puede que encuentren otras fuentes de financiación nada recomendables.

En definitiva, que si sigue curando los síntomas del problema y no se va a la causa, así seguiremos.

Unknown dijo...

Sobre tu comentario estoy de acuerdo,pero lo peor,no es que los padres les den dinero,sino que no aprecien de donde sale el dinero y no lo apreciaran nunca,luego es normal que las nuevas generaciones (incluyendonos) tenga ciertos valores olvidados.

También esta el problema de que los adolescentes son uno de los grandes filones consumistas para el mercado

En la educación estamos implicados todos; padres,hijos,sistema educativo,entorno familiar y por supuesto, medios de comunicación y publicidad.

yofeminista dijo...

Cierto, cierto. Ahí está lo más grave: se creen que merecen un dinero del que no importa el esfuerzo que se pone para conseguirlo. Y se lo gastan en sus gilipolleces más estúpidos.

Estuve trabajando en una de las tiendas del hombre más rico de España en el centro de Madrid, y entre el 30 y el 40% de las que compraban eran adolescentes; pero casi siempre acompañadas de sus madres. Lo anecdótico de la situación, era lo increiblemente mal que le hablaban a sus madres. Parecían que le estaban perdonando la vida por permitirle comprarles ropa a ella. Vamos, un priviliegio. Y la madre detrás, aguantando la humillación, pero feliz porque su hija le permitía pasar una tarde con ella. Esta situación no era algo puntual, si no la norma. A mí jamás se me ocurriría hablarle así a mi madre, pero es que ella jamás me lo permitiría. Sólo faltaba.