martes, 21 de octubre de 2008

Profesores en pie de guerra

El domingo, tuvo lugar en París una manifestación en defensa de la educación pública. Según fuentes oficiales, unos 80000 manifestantes, la mayoría de ellos profesionales de la enseñanza, patearon las calles de la capital gala para protestar por la supresión de puestos de trabajo en los centros públicos.
Venían de los cuatro rincones del hexágono, respondiendo a la llamada de más de 47 asociaciones que temen que la educación se vea relegada a un segundo plano y ya no sea una prioridad en los presupuestos de un país, Francia, con una dilatada tradición de enseñanza de calidad, que paradójicamente, estos últimos tiempos se ha visto degradada. Varios eslóganes pudieron verse durante el recorrido: "Invertir en la escuela es el futuro", o incluso esta frase de Lincoln "Si pensáis que la educación es cara, probad con la ignorancia", y incluso alguna hacía alusión al ministro galo de educación, Xavier Darcos "Darcos, medalla de oro del desprecio".
Esta manifestación se celebra antes de que el próximo 4 de noviembre tenga lugar una sesión en la Assemblée Nationale, ente correspondiente a nuestro Congreso de los Diputados, y en la cual se va a plantear la supresión de más de 13.000 puestos en 2009. Cifra que ha ascendido desde hace dos años cuando se suprimieron casi 9000 puestos. El año en curso ya van 11000. En los centros escolares franceses existe una figura emblemática, llamada "Rased", que se encarga especialmente de los alumnos susceptibles de entrar en las tristes estadísticas de fracaso escolar. Éstos entran también en la lotería de los despidos.

Víctor Hugo decía que "cuando se abre una escuela, se cierra una cárcel". Cierto es que en este sentido el gobierno de Sarkozy está dando la espalda descaradamente a este principio ideológico. De hecho, su ministra de Justicia, Rachida Dati, está promocionando unas leyes destinadas a abrir más cárceles, a procesar a delincuentes más jóvenes, a registrar genéticamente a todos los delincuentes con la famosa (y polémica) central de datos EDVIGE, y la lista se hace cada vez más larga.
Como en todos sitios cuecen habas, también en Francia, el gobierno ha decidido "proteger" a una panda de delincuentes de cuello blanco, inyectando 3600 millones de euros a los bancos más amenazados por la crisis financiera. Y dicen que es para evitar una catástrofe mucho peor. Es decir, que si no he entendido mal, no hay dinero para mantener un nivel medianamente aceptable de calidad en la educación, pero sí lo hay para darle a los "amiguetes" banqueros...

¿Quién puede ignorar que la educación es el futuro de una nación? En un país en el que existe una red de profesionales especializados en la lucha contra el fracaso escolar (ojalá la hubiera por estos pagos) se pretende volver a la edad de las cavernas... Claro, estos mandamases protegen a sus retoños enviándolos a carísimos internados suizos o canadienses, por supuesto privados. ¿Quién pierde siempre? El ciudadano de a pie, vapuleado por todos los lados: sus ahorros amenazados por la "pericia" de unos banqueros usureros y vivalavida, sus hijos condenados a no poder disponer de medios para suavizar en la medida de lo posible un fracaso escolar.

No necesito reivindicar aquí la importancia de la educación. Las personas con dos dedos de frente lo saben sobradamente. Pero cabe resaltar una vez más el trabajo de los profesionales de la enseñanza, no los mitos, los estereotipos o las caricaturas difundidas por algunos malpensados e incluso a veces por propios profesores. Es la mejor manera de romper lugares comunes y una ideología que apesta. El profesorado debe defender no sólo una herencia sino también un futuro y un proyecto común. Basta ya de confrontaciones verbales y de dinamitar esfuerzos. El saber es una fuente de autonomía e independencia, la manera de acceder dignamente a un mundo profesional y adulto. Si no se le dice a un dentista cómo debe actuar, ¿por qué todo el mundo se empeña en decirle a un profesor cómo debe comportarse? Lo cual no quiere decir que los padres se desentiendan de la labor que lleva a cabo con su progenitura.

Creo que soy una buena profesora, que transmito a mis alumnos mi entusiasmo, me ocupo de todos y cada uno de ellos, he pasado muchos fines de semana corrigiendo exámenes o ejercicios, pasado muchos días de vacaciones ideando formas mejores de dar mis clases... Pero la ingratitud de la administración, el desprecio de los directores que os hablan como si fuérais sus súbditos, que os llaman la atención y os dan órdenes, la soberbia de los inspectores, de los mandos de la Consejería, que os imponen métodos y contenidos, las sanciones administrativas, los insultos y menoscabo de los padres y de buena parte de la población... todo eso hace mella en el ánimo y en el buen hacer del más pintado. Además, nuestro poder adquisitivo se ha visto muy mermado, al tiempo que el coste de la vida va escalando décimas en las estadísticas.

Sería tiempo que los profesionales de la enseñanza se empezaran a movilizar por estas latitudes también. ¿O seremos también en eso los últimos del furgón de cola europeo? La ignorancia es como la pobreza, la impresión es que no se acaba nunca. Esto seguirá siendo verdad mientras la riqueza de unos pocos se impondrá sobre la indigencia de una mayoría y que ésta se confundirá con las riquezas del ser humano.

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