domingo, 5 de octubre de 2008

Los nuevos "Peterpanes"

Una japonesa (podría haber sido de cualquier otra nacionalidad) de 36 años ha contratado por Internet a un matón para deshacerse de sus padres cuando éstos le ordenaron recoger su habitación.

Una vez más, mi capacidad de sorpresa no tiene límites...

Obviamente, ha sido detenida. Soltera, sin pareja y sin empleo, vivía con sus padres y había ido amontonando los cómics que iba comprando en el minúsculo apartamento que compartía con ellos. Cuando sus padres le pidieron que vendiera o regalara alguno de ellos, porque además su hermana también iba a instalarse en la casa, no tomó otra decísión más radical que la de contratar a un asesino a sueldo. Ni corta ni perezosa, puso un anuncio para intentar encontrar a alguien que se encargara de liquidar a los padres. Fue un internauta quien alertó a la policía, afortunadamente antes de que un incauto respondiera al anuncio. La detenida ha confesado que se puso furiosa y que quería que sus padres desaparecieran. La policía ha rehusado hacer ningún tipo de comentario. Al igual que en España, es frecuente que los japoneses solteros vivan en casa de sus padres hasta los cuarenta, e incluso más allá.

Y digo yo... con 36 años... El infantilismo eterno del chaval de tres años que comete sus gilipolleces y exige cumplir sus caprichos; y sigue aún con 16 años, la rebelión nihilista de la época del acné... Ay, ese ego, siempre el ego, sobrevalorado, grande y hermoso como una torre de marfil, la ausencia de control. Y las sociedades degeneradas, el aparentar más que el ser. Hay que rendirse a la evidencia de que este es precisamente el fenómeno que está invadiendo el mundo entero. Todos estos descerebrados sedientos de placer, de deseo, incapaces de soportar la mínima contrariedad, el mínimo escollo, la mínima frustración. El materialismo lúbrico está devorando el planeta, con todos estos psicópatas. El ser humano (el genuino, el sensato, el auténtico) está en peligro de extinción. De vez en cuando, suelo bromear irónicamente con que el ser humano está en un periodo de involución. Dentro de poco, nos veo a todos volver a las cavernas.

Hay algunas patadas en donde la espalda pierde su casto nombre que se tendría que haber "perdido" incluso en Tokio.

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