miércoles, 24 de septiembre de 2008

Autopsia de un asesino


En Alemania, se va a tratar con igual rasero a los fumadores que a los drogadictos. Esto es al menos lo que se desprende de la propuesta de la eminentísima Cámara Alemana Médica. Ésta pide que las aseguradoras les reconozcan (a los fumadores) como tales con el fin de tratarles mejor.

Las estadísticas señalan que uno de cada dos fumadores desearía dejar el hábito. Casi siempre por razones de salud, aunque muchos no lo consiguen. Más de la mitad de los fumadores están enganchados por un problema de dependencia psíquica. Sin ayuda médica, en la mayoría de los casos, resulta muy poco probable desengarcharse. En Alemania, más de 20 millones de personas fuman habitualmente. 140000 mueren al año. Muy pocos establecimientos sanitarios disponen de terapias efectivas para dejar el hábito. Al igual que ya ocurrió en España, en Alemania se empezó a aplicar una ley antitabaco a principios de este año. Pero cada región (länder) es la que tiene la última palabra para elegir el tipo de aplicación. Es el mismo sistema que aquí, que si el tamaño del local lo permite, se debe habilitar un espacio para los no fumadores.

Vaya por delante que la que esto escribe es ex-fumadora, y que sin considerarme una heroína, lo dejó a "palo seco", a fuerza de voluntad, aunque soy consciente de que es muy difícil. Cuando les suelto a mis alumnos (cuando he sido tutora) la consabida perorata sobre los estragos de esta droga (sí, ES una droga, legal, pero droga al fin y al cabo) me tengo que tragar invariablemente los mismos estúpidos pseudo-argumentos sobre el derecho a decidir la forma en que quieren morir... Y les suelo contestar invariablemente que cuando tengan unos, digamos, veinte años más y que el cáncer les haya atacado irremediablemente los pulmones (o cualquier otra parte de su cuerpo); cuando tengan familia (marido, mujer, hijos, qué más da) si les dará lo mismo morirse en la flor de la vida...

Luego está el aspecto más prosaico, el de los mil y un compuestos químicos que les añaden con cada vez más frecuencia. Va en proporción: cuanta más información tenemos sobre las consecuencias nefastas del tabaco, más sustancias adictivas les incorporar a los picadillos de rigor. Porque el tabaco, reconozcámoslo, le proporciona al gobierno pingües beneficios. Pero, ojo, cuando realmente se han dado cuenta de que el gasto a cubir por asistencia sanitaria a víctimas del tabaquismo superaba con creces los beneficios de las ventas es cuando se han puesto en marcha las campañas antitabaco.

Cuando los efectos beneficiosos de la medicina se ha hecho evidentes sobre la prevención, peor se encuentran las reticencias. Una parte de la población lucha contra la dependencia del tabaco, haciéndonos dependiente de la medicina. De acuerdo, fumar comporta riesgos contra la salud, lo cual no quiere decir que crea enfermedades. Tampoco es un motivo para convertir a todos los fumadores en enfermos. Fumar NO es una enfermedad. Es una dependencia, que no es lo mismo. Las enfermedades se curan, las dependencias se tienen que aceptar como parte de uno mismo. Se aprende a vivir con ellas. Un ejemplo es la dependencia emocional, no se trata de una enfermedad. Se trata pues de vivir en nuestra sociedad cada vez más debilitante, la pregunta sería si los médicos son los más indicados para intervenir en estos menesteres. Acaso no hay límites para la competencia médica? Los hay que están enganchados al sexo, al trabajo... todo está en la mente. Ni más ni menos. Tampoco hay que rizar el rizo. Además, si como decía, las compañías tabacaleras añaden productos adictivos a los cigarrillos, lo que convierte a los fumadores en mayores consumidores, se crean muchos medicamentos para combatir los efectos del consiguiente enganche, eso va a generar, se quiera o no, un negocio boyante de la industria farmaceutica. Resumen, sólo se beneficiarán unos pocos, como casi siempre. Primero se crea una dependencia, y posteriormente, el tratamiento contra esa dependencia. ¿Y quién paga esas campañas? Pues como siempre el bolsillo del contribuyente.

Seamos serios, si el gobierno empezara por prohibir todos esos aditivos nocivos en los cigarrillos, la gente estaria menos enganchada y el coste se rebajaría a cero. Basta con usa eso que dicen que es el sentido común, que como se suele decir, es el menos común de los sentidos.

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