miércoles, 17 de septiembre de 2008

Millás y la soledad

Conocía a Millás de leer cada domingo en la revista del País Semanal sus estupendos artículos, amén de sus crónicas puntuales en el mismo diario. Pero me sorpendió en la primera novela que leía de él.

Esto fue antes de irme de vacaciones. Y hace ya días que me apetecía contar mis impresiones sobre su novela "Laura y Julio". Título escueto, conciso pero evocador de lo que podría representar a muchas parejas de hoy en día. El título de mi post es también ilustrativo de uno de los temas que aborda el autor. La soledad del ser humano, en general, y la soledad del Julio del título, en particular. Y lo que es peor, la soledad en el seno de una pareja que al filo de las primeras páginas del relato se va desmembrando. No se llega a saber si la soledad es el resultado de la incomunicación que paradójicamente une a la pareja, o es precisamente la incomunicación lo que provoca en el protagonista esa amarga sensación de soledad. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?
Me sumergí en la lectura de esta novela, y los primeros aleteos estuvieron a punto de desanimarme de seguir y terminarla. De hecho, no fue hasta haber buceado en los entresijos de la acción que me di cuenta de hasta qué punto su lectura me había atrapado, así, sin darme cuenta. El resto de la narración me la merendé en dos sentadas. Y el balance que puedo hacer es que me atrapó en una vorágine de emociones.

En la novela, se hacen referencias contínuas a la identidad y a la incomunicación. Respecto a la identidad, el autor abunda en mencionar, con imágenes sugerentes, los vestidos, la apariencia que presentamos a los demás, la percepción que los demás tienen de nosotros: vestirse de dentro hacia afuera, el trabajo en la tintorería, el cuento de la sombra abandonada, la impostura de la decoración que falsea (chimenea falsa, libro falso), los propios decorados de Julio (falsas viviendas para el cine, representadas por maquetas falsas), la frase suya sobre los tejidos (“Comprendió que había tejidos que negaban la existencia del cuerpo y tejidos que, por el contrario, daban testimonio de él”), la moto que se desmonta a medida que Julio se viste de otro e, incluso, la referencia a las ideas que pueden parecer absurdas, como las prótesis psíquicas ("vestimos o desarrollamos un padre interior, un padre invisible, una prótesis de padre"). O la entrega de Laura en comprender los gustos de Manuel: “Leeré”, decía, “los libros que tú decidas leer”; también la música o las películas.
Querer ser el otro, incluso alguien que, como la propia Laura, lo rechazaba en su marido.Vestirse con los gustos del otro. Quizá esté en nosotros la capacidad, la necesidad, innata del mimetismo, de la imitación como un recurso de supervivencia. Queremos vestirnos de realidad. Como dice “...a lo que su vecino respondió que la historia de la humanidad podía resumirse en un combate contra la percepción, creadora infatigable de espejismos”. Vivimos en un decorado, somos nuestra ropa, nos identificamos con ella. “Se había identificado con aquellas prendas de vestir –ahora lo sabía- porque él mismo tuvo siempre algo de traje vacío”. Nos vestimos para salir, para cenar, para la playa, para hacer deporte... disfrazamos el cuerpo con la actividad de las horas siguientes. Nunca como antes tantos estilos de vestir. ¿Para identificarse o para diferenciarse?

Las ausencias, la incomunicación (como en la pareja de protagonistas, donde reside el silencio más tremendo), ¿no serán fruto de un abuso de esos ropajes con los que nos vestimos? ¿Qué pretendemos ocultar con ellos? ¿Nuestros miedos? A veces vivimos esa extrañeza del momento, como si el presente no nos incumbiera. “Tenía la impresión de encontrarse dentro de una película que no le correspondía, de una vida que no era la suya”. A tenor de esas convenciones que nos visten, menciona también Laura que Julio podría ser un loco en potencia hasta que un suceso exterior despertara su demencia. Quizá así comprendamos el aparente absurdo, a priori, de la actuación de Julio. Los disfraces ocutan nuestro verdadero carácter y vamos superponiendo capas de accesorios que nos tapan todavía más. A partir de cierto punto, no somos ni remotamente lo que representamos. Mención aparte merece esas conversaciones de Julio con la niña. Unos diálogos aparentemente (de nuevo la apariencia!) insensatos. Un detalle más de la incomunicación. Las palabras de la niña están restringidas a sus vivencias, no controla las convenciones con las que se visten los discursos de los adultos. Su verborrea incomunica, más que comunica.

Un libro que todos somos en algún momento, no puede haber extrañeza y sí una callada aceptación. ¿Cuándo no hemos querido ser otro, vivir otra vida, vernos con otros ojos? Hay una frase de Manuel, al final del libro, que resume la tesis de la historia: “Desengáñate, la vida de los seres humanos, tanto en su dimensión colectiva como individual, está montada sobre un mito, sobre una leyenda, sobre una mentira, en fin”. El libro es divertido en cuanto tiene una historia curiosa, y un mucho de diversión por las muchas lecturas posibles. Divertido no quiere decir gracioso ni simpático. Es un buen libro y cada uno encontrará dónde quedarse, como en una piscina, donde unos chapotean y otros hacen largos, unos pasan el rato y otros entrenan. En la pileta, como en la vida, como en el libro, todos encontramos nuestro sitio, o quedamos relegados en él.

P.D. Me he regalado "El mundo", la última novela de Millás, que le ha hecho merecedor del último Premio Planeta. A ver qué tal...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Holaaaaaaaaaaaaa corazón!!!!, como te va?, bueno, bueno, veo que has estrenado blog, me gusta, lo malo es que ha este me resultará mas perezoso entrar, ya sabes, con hotmail es mas sencillo. Pero haré el esfuerzo.....jejejejeje
Que tal el verano?, espero que bien, que hayas disfrutado mucho y te la hayas pasado bien. Yo genial, he visitado muchos lugares y he vuelto encantado.
Ahora me estoy poniendo al día, un mes y pico es mucho tiempo fuera....., así que cuando recupere la normalidad del todo, prometo visita mas tranquilo para leerte.
Por cierto, tengo pendiente este libro de Millas, me encanta como escribe, pero no aguanto mucho oirle hablar.....
Un besote, cuidate mucho.