viernes, 19 de septiembre de 2008

Mal de escuela

En uno de mis últimos viajes a Francia, y como en tantas otras ocasiones, compré un puñado de libros. La mayoría de las veces, no llevo ninguna reseña sobre lo último que se ha publicado, así que me dejo llevar por los títulos, las sinopsis o el autor, si ya le he leído anteriormente y me ha dejado buena impresión.
En el caso de "Chagrin d'école" (se acaba de publicar en España bajo el título de "Mal de escuela"), me dejé seducir por la temática, en primero lugar: el mundo de la enseñanza, al que pertenezco, y en esto no soy nada objetiva, y en segundo lugar por el autor, Daniel Pennac, uno de los monstruos sagrados de las letras francesas.
El autor, en sus años de escuela, era lo que aquí denominamos un "fracaso escolar". Dura expresión para el que paradójicamente, sería años después un escritor de los más valorados en la escena literaria de nuestro vecino país. Ahora, con más de 60 años, y a través de este libro, nos hace partícipes de sus reflexiones, sus vivencias como niño con profundas deficiencias escolares, sus problemas con las matemáticas, su poco apego a las ciencias y sus diferencias con el propio sistema escolar. Y podríamos preguntarnos, ¿Cómo es posible que de aquel niño con múltiples dificultades haya conseguido llegar al hombre culto y sensible que es hoy? ¿Es la historia de una superación? ¿De un hombre hecho a sí mismo? Pues nada de eso. De hecho, el niño Pennac tenía todas las bazas a su alcance para llegar a ser alguien de éxito desde niño: unos padres educados y preocupados por su educación,unos hermanos mayores brillantes y pendientes del nene pequeño... Sin embargo...
Este punto de partida hace que el lector reflexione de una forma menos superficial. Pero no se trata tampoco de una novela autobiográfica, aunque el autor desgrane uno a uno sus recuerdos de niño y su relación con la escuela, aunque ésta tenga también su papel más o menos definido. El auténtico protagonista no es el niño fracasado, ni el profesor imbuido de su materia ni el alumno bueno que sorprende a su maestro. El auténtico protagonista es el relato de la filosofía que el autor se construye del mundo escolar. Se pasa revista a muchos temas diferentes en este libro. No se trata, en el sentido más concreto de la palabra, de un ensayo filosófico que pretende defender una tesis. Simplemente Pennac expone una idea, aunque más adelante la contradice con un argumento, para seguidamente encadenar otra idea próxima pero sensiblemente diferente. Lo que el autor nos quiere transmitir es una cierta idea de la verdad, de su verdad. Pero no es la única. En ese sentido, el lector se sentirá transportado a recuerdos que él mismo tendrá de sus años de escuela. Esos recuerdos que dormitan y que Pennac señala con dedo firme. Se trata simplemente, si eso puede ser tratado con sencillez, de un tema que nos concierne a todos: la escuela. Todos tenemos experiencias parecidas (o no) a las que cuenta el autor: un profesor, un amigo, una experiencia, una anécdota, un hermano, hermana. Es una novela que nos acaricia el corazón y nos hace volver a sentir percepciones que ya creíamos olvidadas. Y con algo muy profundo en común: lo humano.

Con una palabra simple, fluida, nos hace cercanos a este niño fracasado, con el cual todos y cada uno de nosotros podría sentirse identificado. Un relato narrado con extraordinaria delicadeza, mucho humor y bastante justicia. Se entremezclan reflexiones sobre la pedagogía, el mal funcionamiento de las instituciones educativas, el papel de los padres y de la familia, la juventud, la presencia de la televisión y los medios de comunicación modernos, la sed de conocimientos...

Pennac se ha dedicado, paradójicamente a la docencia toda su vida; así pues conoce perfectamente las dos caras de la realidad escolar y docente. Y ha sido un docente idealista que se ha enfrentado día a día a niños con dificultades, como cuando él las tenía. La lectura de este libro nos llena de nostalgia perfumada de tiza, de pupitres con tinteros, espontaneidad teñida de dudas y dificultades. En resumen: un universo lleno de ternura. La ternura que emana del niño que ha sufrido por encontrarse en un medio al que se siente atado de una forma ambigua. Una reflexión proustiana sobre el paso del tiempo, el paso del niño que fue al adulto en el que se ha convertido y sobre la verdad del ser humano. Cabe resaltar también aquello que nos marcó (y entre los cuales me cuento), a saber: los dictados, los recitados de memoria, el amor por la gramática, etc. Una regalo para la esperanza.

Se agradece mucho un libro como este. A los que tuvimos que pasar por algunas dificultades académicas en algún momento de nuestras vidas, nos resulta alentador no ser considerados como un delincuente. Se agradece el retrato de aquellos alumnos que aunque no alcanzan unos mínimos, no se les culpa de nada. No todos los estudiantes son capaces de entrar en el mismo "molde"; esto es muy difícil de hacerlo entender a los demás, e incluso a veces es duro aceptarlo uno mismo.

Definitivamente, un libro muy aconsejable para todos los profes y para aquellos que piensan dedicarse algún día a la enseñanza. Espero que todos los profes tendrán la ocasión de leerlo y que su mirada será diferente cuando sus ojos se crucen con ese alumno adormilado en el fondo del aula...

No hay comentarios: